Ronald Koeman se adapta a los jugadores que más en forma tiene y ha demostrado hasta la fecha que no se casa con nadie. Empezó la temporada con un sistema bien definido (4-2-3-1) que, aunque el propio entrenador le quitaba importancia, pocos cambios presentaba de una jornada a otra.
Esto ha cambiado en los últimos partidos, alineando a tres centrales como contra el Valladolid o volviendo al clásico 4-3-3. Este miércoles, en San Mamés, apostó por el sistema tradicional pero con la libertad de movimientos que caracteriza el juego por el que apuesta el técnico holandés.
Vimos a Frenkie de Jong actuar como interior derecho, mientras que Pedri en la izquierda. Pero como decimos, la libertad es uno de los aspectos que Koeman siempre quiere potenciar. Ambos pisaron área con cierta facilidad, como se vio en el primer gol culé, pero también bajaron a recibir balones en la zona de creación.
El Barça celebra un gol contra el Athletic / EFE
Incluso en momentos puntuales vimos de nuevo a Leo Messi de falso nueve, agrupándose con los centrocampistas como si fuera un mediapunta de la vieja escuela. Con esta acción, daba libertad a los extremos Ousmane Dembelé y Antoine Griezmann a romper hacia adentro la defensa rojiblanca. Un sistema parecido al que Pep Guardiola inculcó en el Camp Nou en 2009.
Potenciando las bandas
Aunque el sistema contemplaba dos extremos, estos tuvieron la tendencia de ir hacia dentro más que por fuera. Todo apuntaba que era una consigna desde el banquillo, para así poder potenciar el juego exterior de Jordi Alba y Sergiño Dest. Aparecieron en momentos contados, pero también generaron peligro.
Koeman ha demostrado que le gusta que se abra el campo y atacar por fuera cuando por dentro está complicado. Los laterales están asumiendo muchas responsabilidades en sus esquemas para descolocar y sorprender las defensas rivales. Este miércoles no se sufrió demasiado en defensa, pero no falto el susto.
Jordi Alba en una acción en San Mamés / FC Barcelona
El susto que no falte
El Barça firmó un partido convincente, pero no podía faltar el susto de los últimos minutos. En la construcción de la jugada, un error impropio de Leo Messi terminaba con una asistencia de Álex Berenguer a Iker Muniain que ponía el 2-3 en el marcador a falta del añadido. Por fortuna, no concedieron más ocasiones.