Ronald Araujo es uno de los fichajes inesperados de la temporada en el FC Barcelona. Este miércoles en San Mamés se graduó con otra gran actuación en los momentos en que el equipo más estaba sufriendo, sobre todo en los minutos finales, cuando el Athletic Club buscaba reducir la diferencia.
Ya son muchos los partidos que el uruguayo ha demostrado que está hecho para el primer equipo, ni siquiera su error contra el Eibar lo consiguió hundir. En Bilbao lo vimos dominar de nuevo el juego aéreo, ir al cruce sin ninguna dificultad e incluso a animar a sus compañeros a avanzar las líneas.
Williams superando a Ter Stegen / EFE
Sus números son prácticamente perfectos. Venció casi todos los duelos que disputó: cuatro de los cinco por tierra y dos de dos aéreos. Ni siquiera cubriendo a un especialista como Raúl García se le vio dudar. También interceptó tres balones y bloqueó un disparo a la portería de Marc-André Ter Stegen.
Sin Gerard Piqué en el equipo, todavía lesionado, parece que los galones los está asumiendo el uruguayo por delante de Clément Lenglet. En el primer tanto, el francés salió retratado al ser muy blando ante una finta aparentemente inofensiva de Iñaki Williams. Gol y a remar a contracorriente.
Lenglet, tarjeta inocente
A Lenglet se le volvió a ver inestable e inseguro. Era él quien debía mandar en la línea defensiva y en los primeros segundos de encuentro, ya quedó retratado en la primera acción de contraataque. Y eso le pasó factura. A partir de entonces, no quiso subir demasiado la línea con miedo a que les ganaran las espaldas por velocidad, con lo que sufre demasiado.
Lenglet en una acción contra el Athletic Club / FC Barcelona
La guinda al pastel a otro triste partido del galo fue su tarjeta amarilla. Fue amonestado en el minuto 57 al perder tiempo alejando el balón de un jugador local. Con esta, ya van cinco amarillas y tendrá que cumplir sanción contra el Granada cuando más se necesitaría estabilidad en la defensa. Volverá Óscar Mingueza en el eje de la zaga.
Lenglet transmite la sensación que le va como anillo al dedo el rol de segundo central. Al lado de Gerard Piqué generalmente es fiable y no suele cometer errores, pero cuando se le da la batuta y la responsabilidad de liderar toda la línea, sufre demasiado. En San Mamés, su compañero Araujo le pasó por delante.