En la dura derrota del Barça ante el Getafe, se pudo vivir un nuevo capítulo de la disputa de Antoine Griezman con Ronald Koeman. Tras su choque de declaraciones en los últimos días, el técnico holandés apostó por bajarse los pantalones, y acceder a los deseos del atacante francés.
Salió de inicio en el Coliseum Alfonso Pérez con El Principito como falso nueve, prescindiendo de un Coutinho que se quedó en el banquillo y recolocando a Leo Messi a la banda derecha. Montó la alineación para él, para que brillase. Y volvió a desperdiciar una oportunidad de oro.
Griezmann, fallando una ocasión clara del Barça contra el Getafe | EFE
Podría ser de las últimas, porque la confianza del técnico holandés en él se desvanece por momentos. Se movió constantemente, pero no participó en exceso en el juego. Y lo más preocupante es que erró la ocasión más clara del FC Barcelona en todo el partido. Con empate en el marcador, se quedó totalmente solo ante David Soria, y sin ningún tipo de presión rival, envió el balón al cielo. Una acción que evidenció su falta de confianza cuando juega con el club azulgrana, y que en cambio sí tiene con Francia.
¿Volverá a confiar Koeman en él?
Quien sale realmente ganando tras este partido es Koeman, en su batalla con Griezmann. Lo colocó justo donde quería, y no estuvo a la altura. Esto le da toda la potestad al holandés para justificarse, en caso de que en los próximos enfrentamientos deje de contar con él.
Tras la exhibición de Pedri, el canario podría pasarle por delante en el once de gala del holandés. El delantero galo ha perdido toda la confianza de Koeman. Y ahora deberá luchar para ganarla de nuevo. Lo que es evidente es que, en su año y medio en el club azulgrana, no ha demostrado la calidad que se esperaba de un jugador por el que se pagaron 120 millones de euros.
Griezmann, lamentándose en el partido ante el Getafe | EFE
Esta temporada será clave para El Principito. Cada vez más sectores apuntan a que es necesaria su venta, para apostar por otros perfiles y para equilibrar las partidas económicas del club. Y hasta el momento, Griezmann no deja de darles la razón. Ya no tiene excusa. Ni en su posición predilecta ha demostrado ser una pieza clave en el esquema azulgrana. Y se le acaba el tiempo y las oportunidades.