Adiós al sueño del Barça de la Champions League y vergüenza histórica. Durante toda la semana los culés intentaban buscar argumentos para confiarse que todavía había una mínima opción de vencer al Bayern de Múnich en cuartos de final. Lo que pocos podían visualizar era una derrota de estas magnitudes, siendo inferior de principio a fin del partido: un contundente 2-8 y podrían haber sido muchos más. Fin de ciclo total y absoluto.
El encuentro ya se perdió antes de empezar, con un planteamiento defensivo y pensando en los ataques de los bávaros. Antoine Griezmann, el fichaje más caro del pasado verano, se quedaba en el banquillo. Entraba en su lugar un Arturo Vidal que se ubicaba en la banda izquierda en una línea de 4-4-2. Planteamiento amarrategui que no fue suficiente.
La esperanza azulgrana duró poco. En el minuto 4 Thomas Muller ponía el primero después de una pared impermisible en la frontal del área. David Alaba empataba al marcarse en propia tras un centro de Jordi Alba. Entonces empezó el festival ofensivo de los hombres de Hans-Dieter Flick: Perisic (21), Gnabry (27) y otra vez el mediapunta alemán (31). Goleada al descanso.
Los jugadores del Bayern celebrando un gol contra el Barça / EFE
Después del descanso siguió la misma tónica del partido, pero con varias revoluciones menos. Los bávaros tuvieron alguna acción al contraataque clara pero el primer gol del segundo tiempo fue de Luis Suárez en el minuto 57. Tras un pase del lateral de L’Hospitalet, recortaba a Jerome Boateng y superaba a Manuel Neuer.
El partido se jugaba al ritmo de los bávaros y volvieron a pulsar el acelerador. En el minuto 63, Alphonso Davies hacía bailar a Nelson Semedo como quiso, entraba dentro del área y le cedía el gol de la tranquilidad, el quinto, a Joshua Kimmich. Un gol que cortaba las alas a cualquier hilo de esperanza que podían tener los culés.
Philippe Coutinho también participó en la exhibición de los alemanes. Salió en la segunda parte y se le vio activo y con ganas de venganza. En el minuto 82, tras regatear y llegar a línea de fondo le daba el gol a Lewandowski. Tres minutos después el brasileño marcaba el séptimo tras entrar en el área solo y armar el disparo.En el 88 seguía su fiesta particular: octavo del Bayern y, por suerte, el último.
Fin de ciclo
Ya en la previa, el once de Quique Setién cumplió un triste récord en la historia del Barça: era el equipo más veterano en la Champions League con 29 años y 329 días. Sobre el césped esa experiencia no jugó nada a favor, sino al contrario. Se vio a un equipo flojo de forma que, cuando quiso cambiar el rumbo del partido y poner una marcha más, fue totalmente incapaz.
Gnabry y Muller celebrando el gol contra el Barça / EFE
Sí, este Barça ha terminado un ciclo. En lo deportivo y, seguramente en lo institucional. A las páginas negras de Roma y Anfield, ahora se le tiene que sumar la de Lisboa. No solo fueron inferiores, sino que no demostraron ni una pizca orgullo ni actitud del equipo que fue. Una de las noches que será recordada durante años y que debe marcar un antes y un después. “A este equipo no le da para la Champions”, dijo Messi. Y esta noche se ha demostrado.
Jugadores como Sergio Busquets, Sergi Roberto o Marc-André Ter Stegen --como todo el equipo-- no pudieron con el reto: les temblaban las piernas, estaban imprecisos y no supieron sobreponerse a los errores. A partir del segundo gol, el de Perisic, la pasividad defensiva fue a un nivel inimaginable. Los culés eran un muñeco en manos de un gigante.
Superados en las bandas (y por todas partes)
Con su planteamiento Quique Setién ya preveía que el juego se decidiría por las bandas. Y así fue. Ni reforzando los costados --con Sergi Roberto y Nelson Semedo en la derecha y Jordi Alba y Arturo Vidal en la izquierda-- se pudo parar los arreones del Bayern de Múnich. La mayoría de las ocasiones se produjeron en esa zona y los culés no supieron ponerle remedio.
Joshua Kimmich, Alphonso Davies, Ivan Perisic, Serge Gnabry eran los encargados de castigar los espacios en las bandas, mientras que Leon Goretzka, Robert Lewandowski y Thomas Muller --tres portentos físicos- esperaban la rematada. Seguramente son el conjunto que mejor usa los espacios y lo demostraron ante una defensa débil un día más.
Ter Stegen en el gol de Ivan Perisic en el Barça-Bayern / EFE
Flick le ganó la partida táctica a Quique Setién, que seguramente vivió el último partido como entrenador del Barça. Ni antes ni durante el encuentro el cántabro se atrevió a enfrentarse cara a cara contra el Bayern de Múnich. Los azulgranas mostraron una sumisión impropia de su historia. Ahora, toca ponerle remedio. Y de verdad.