El Barça se rindió sin ni siquiera luchar. Los hombres de Quique Setién perdieron ante un Osasuna (1-1) que, pese a no jugarse nada, mostró una mayor motivación e ilusión que los culés. Desde el primer minuto, el cuadro culé dio la sensación de no confiar en un pinchazo del Real Madrid. La Liga estaba perdida, y ni siquiera sacaron su orgullo ante un buen organizado conjunto rojillo.
Leo Messi, como siempre, fue el único que se salvó del equipo azulgrana. El capitán se echó al equipo a su espalda, y de forma individual, buscó el gol de todas las formas posibles. Finalmente, llegó en una de sus especialidades: desde el lanzamiento de falta. Un gol que sirvió al FC Barcelona para empatar, pero que no despertó un impulso de un equipo que demostró que llevaba ya semanas muerto. Y Roberto Torres, en el descuento, acabó de rematarlos y de destrozar la racha en el Camp Nou.
Un equipo sin orgullo ni esperanza
Sin ganas, sin intensidad, sin ideas, con un cansancio cada vez más manifiesto, pero lo más preocupante, sin ilusión. El Barça mostró su imagen más pobre de la temporada en la primera mitad ante el Osasuna. Ni el orgullo, ni el deseo por acabar invictos y a lo grande en el Camp Nou fue suciente motivación para un conjunto azulgrana ya sentenciado.
Esta frustración de los hombres de Setién la aprovechó el conjunto rojillo, mucho más centrado pese a no jugarse nada. Con las líneas muy juntas en defensa, y aprovechando la velocidad de sus delanteros, el planteamiento de Arrasate funcionó a la perfección. El FC Barcelona tenía el balón. No obstante, era una posesión estéril. Solo Messi, con acciones individuales o de lanzamientos de falta, consiguió provocar peligro a la portería de Sergio Herrera.
Messi, intentando superar a la defensa de Osasuna | EFE
Dos portentosos y duros golpes acabaron de condenar al cuadro culé en los primeros 45 minutos. Primero, el gol de un excanterano, José Arnáiz, al definir a la perfección una buena acción a la contra del Osasuna. Y minutos después, no tardó en revelarse en Barcelona el gol de Benzema en Valdebebas, que dejó a los azulgrana al borde del KO, y con todavía media parte más por jugar.
Messi no evita la hecatombe
Tras el paso por los vestuarios, el Barça puso una marcha más. No obstante, siguió pareciendo insuficiente para lo que los hombres de Setién tenían en juego. Las ansias por demostrar y por ilusionarse no aparecieron en ningún momento. Parecía ya un equipo totalmente enterrado. Excepto Messi.
Porque por mucho que el cuadro culé no convenza a nivel de juego, siempre tendrá al argentino. Su capitán. El crack rosarino se echó a toda la plantilla a su espalda en la segunda mitad. De forma individual, era el único jugador azulgrana al que si le pinchaban sí sangraba. Demostró carácter y lideró al FC Barcelona a una pequeña mejora a nivel de sensaciones. Y también en el resultado.
Su cuarta falta de la noche, acabó siendo la vencida. El 10 superó al portero de Osasuna con un maravilloso lanzamiento, para romper su mala racha desde el libre directo y sus problemas de cara a potería. Precisamente ante uno de sus rivales preferidos. Su gol número 16 en los últimos siete enfrentamientos ante los rojillos.
Leo Messi, celebrando su gol ante Osasuna | EFE
Sin embargo, el empate tampocó estimuló a un Barça que llevaba ya minutos muerto. Mientras el Real Madrid anotó el segundo, los hombres de Setién se despidieron del título dando la sensación de que ni siquiera querían luchar. Excepto Messi. No obstante, esta vez el argentino tampoco fue suciente. Y para más inri, Roberto Torres, en el descuento, acabó de rematar al Barça y de destrozar la racha en el Camp Nou. Noche negra en Barcelona.