Arthur Melo no se quería marchar del FC Barcelona. El futbolista brasileño tenía claro que su fichaje por el club blaugrana era un sueño hecho realidad del que no pensaba despedirse tan pronto. Su voluntad pasaba por hacer vida en Barcelona por el máximo tiempo posible.
Para demostrar su implicación con el club y con Catalunya tuvo varios gestos. Contrató a un cocinero y un dietista para controlar su alimentación y mejorar sus problemas físicos. Contrató a un preparador físico para hacer entrenamientos personales por su cuenta. Y contrató a un profesor de catalán para aprender el idioma de Barcelona.
Con este gesto, Arthur quería dejar claro su compromiso con el club y su voluntad de seguir en el Barça. En este sentido, el centrocampista se despidió de la afición con un mensaje en catalán que hace entrever ese interés por adaptarse y que confirma lo que dijo Setién: Arthur seguirá jugando para el Barça con profesionalidad hasta que termine la temporada (y tendrá la opción de demostrar que el club se ha equivocado).
La realidad es que los intereses económicos de la entidad estaban por encima tanto del compromiso del jugador como de su proyección deportiva. El club necesitaba cuadrar las cuentas y evitar las pérdidas que se originaban con el coronavirus, así que optó por la venta del carioca, que se hizo oficial este lunes.
El Barça ingresará 72 millones por Arthur más otros 10 millones en variables si se cumplen una serie de objetivos. De ese dinero, 2,5 millones irán a parar a su club de origen, Gremio.
Asimismo, el club contrata a Miralem Pjanic previo pago de 60 millones más otros cinco en variables a la Juventus. Se trata de una operación de intercambio con un evidente interés contable, y no tanto deportivo, lo que ha generado mucha polémica en el entorno culé.