Quique Setién llegó al Barça, el pasado mes de enero, prometiendo buen juego, y que apostaría en cada partido por los jugadores que más trabajasen, y más lo merecieran. Sin embargo, seis meses después ya ha quedado de manifiesto la incapacidad del técnico azulgrana de sobreponerse a la influencia de algunos pesos pesados de la plantilla.
Pese a que despertó la ilusión del barcelonismo con su apuesta Cruyffista, y su confianza en la cantera, la realidad es que la presión le ha podido, sobre todo a la hora de confeccionar las alineaciones. En los primeros encuentros tras el confinamiento, se ha podido ver al Barça más Valverdiano: con músculo en el centro del campo, poca intensidad y ganas, y con una columna vertebral demasiado definida.
Quique Setién en un encuentro del Barça / EFE
Y es que en el FC Barcelona mandan los jugadores. Es evidente. La jerarquía de sus estrellas hace inviable poder tomar decisiones, sin tener que sufrir repercusiones dentro del vestuario. Lo que ha llevado también a un obsesionado por su estilo, como el técnico cántabro, a ceder por el poder de la plantilla.
Incapaz de sentar a los pesos pesados
Las decisiones de Setién siempre son consensuadas con los futbolistas. Nunca se toma una determinación si no ha sido antes hablada dentro del vestuario. Y sino, se puede formar un incendio importante en el equipo, como el que estuvo a punto de provocar Luis Suárez tras ser sustituido, a solo cinco minutos para el final, en el choque contra el Athletic Club. El técnico culé aseguró en la rueda de prensa postpartido, que las decisiones las tomarán los mismo jugadores.
Este grupo de intocables estaría liderado, evidentemente, por Leo Messi. El argentino es consciente de su cuerpo, y todavía no ha descansado tras el retorno de la competición. Setién ya ha confesado en diferentes ocasiones que será el mismo capitán el que decidirá en qué momento reposar. También forma parte de este clan Sergio Busquets y Gerard Piqué. No obstante, estos dos son conscientes de que su físico es más frágil, y dan más facilidades a la hora de estar en el banquillo. Eso sí, siempre respetando su jerarquía de estrellas.
Leo Messi, dando instrucciones a sus compañeros ante el Mallorca | FCB
Finalmente, está el caso de Jordi Alba y Luis Suárez. Dos futbolistas acostumbrados a jugarlo todo, e incapaces de acatar de forma natural el hecho de ser sustituidos. Son los dos más polémicos, ya que una decisión no consensuada puede comportar un incendio instantáneo. Por eso, suelen ser también usuales en las alineciones, sin tener en cuenta su rendimiento.
Griezmann, el más perjudicado
Esta subordinación dentro del vestuario demuestra que Antoine Griezmann no está todavía considerado en este escalafón de cracks, y líderes del vestuario. El trabajo del francés es muchas veces invisible, pero es indudable que busca actuar en cada momento para ayudar al equipo.
No obstante, Setién nunca ha tenido reparos en sentar al francés. Pese a ser fichado por un precio histórico, no tiene todavía un rol de intocable dentro del vestuario. Un hecho que, también podría provocar que se plantease su salida el próximo verano, al sentirse por debajo de otros futbolistas.
Antoine Griezmann durante el encuentro ante el Athletic /FCB
Lo que es evidente es que entrenar al Barça no es fácil. El poder de los futbolistas está muchas veces por encima del mismo entrenador. Y con esto, es inviable aportar nuevas ideas o concebir planteamientos que pueden no gustar dentro del vestuario, aunque puedan ser beneficiosas en el terreno de juego.