Esta Copa del Rey la quiere el Athletic Club. Dos horas antes del partido, ya se vivía un ambiente muy caliente en los aledaños de San Mamés. Los leones son el segundo club con más competiciones coperas (22) y no querían fallar a las semifinales. Para ellos, este título no sobra y, por si fuera poco, se enfrentaban al exequipo de Ernesto Valverde. El extremeño aquí dejó grandes amigos y mucho cariño entre los aficionados y pocos perdonan el feo del Barça.

Quique Setién sorprendía a todos con un once con una gran novedad. Antoine Griezmann se quedaba en el banquillo y entraba en su lugar Sergi Roberto. El polivalente jugador de Reus se colocaba como falso extremo derecho, con el objetivo de abrir el campo y buscar la profundidad.

La primera parte fue muy pareja en cuanto a ocasiones. De claras hubo una por cada equipo. En el minuto siete, Ansu Fati disparaba a portería y el balón era desviado bajo palos por Yeray. Posteriormente, De Jong remató flojo a las manos de Unai Simón. El gol llegó dos minutos después de córner. Iñaki Williams desviaba un balón en el segundo palo procedente del córner. El gol fue anulado al acto y el VAR lo ratificó.

Iñaki Williams marcando gol al Barça en fuera de juego / EFE

Iñaki Williams marcando gol al Barça en fuera de juego / EFE

En el segundo tiempo la tónica continuó, mucho ritmo y pocas ocasiones. De Jong tuvo un uno contra uno contra el portero local, pero decidió tirarse a la piscina. Se ganó la amarilla. Con el cansancio ya presente, el ritmo bajó y el Barça poco a poco pudo ir imponiendo su fútbol de toque.

Con el holandés más liberado y Griezmann sobre el verde -sustituyendo a Ansu- llegaron las ocasiones. Ambos se entendieron bien al espacio. La más clamorosa fue en el 68 tras un pase de la muerte de Sergi Roberto que el galo falló solo incomprensiblemente ante Unai Simón. En el 87 fue Messi quien tuvo un mano a mano decisivo, pero la mandó al muñeco.

Quien perdona la paga y los blaugranas lo hicieron en la prolongación de la segunda parte. En la última jugada del partido, un centro lateral de Ibai Gómez era rematado por Iñaki Williams y el balón entraba en el segundo palo. Poco podía hacer Ter Stegen, sorprendido por la trayectoria del esférico.

Tensión

Bengalas, cánticos contra los culés y un ambiente muy hostil recibían a Leo Messi y compañía. El reto no era fácil. Los vascos en casa son un hueso duro de roer. Ya lo vivieron los catalanes en sus propias pieles en la primera jornada liguera durante el mes de agosto. En esa ocasión fue Aduriz quien marcó el tanto de la victoria.

Messi luchando un balón contra el Athletic Club / EFE

Messi luchando un balón contra el Athletic Club / EFE

Se pudo ver mucha tensión sobre el verde. El colegiado Martínez Munuera no dudó en cortar el juego por uno y otro lado. Los culés se fueron al descanso con cuatro tarjetas amarillas, entre ellas las del argentino y Quique Setién, por una por parte de los locales. Cada acción era muy discutida en la grada. Terminó el partido con nueve amonestaciones.

El equipo de Garitano está acostumbrado a dejarse la piel en cada disputa de balón y este jueves no fue una excepción. Fueron muy intensos en los duelos, hecho que provocó que rápidamente intimidaran a Ansu Fati, que no dio el brazo a torcer y lo siguió intentando. El joven salió para dar entrada a Griezmann en el minuto 56.

La importancia de las bandas

Una de las obsesiones de Setién es la ocupación de los espacios. Contra el Athletic Club vimos una nueva muestra de ello. Los locales se defendían con cinco hombres en línea cuando cerraban atrás sin presionar y daban mucha opción a los laterales culés de subir al ataque. Este jueves eran Semedo y Alba.

Alba lamentando una ocasión ante Simón / EFE

Alba lamentando una ocasión ante Simón / EFE

Aunque los primero minutos fueron de verlas venir para ambos equipos, a mediados de la primera parte, el Barça dio un paso adelante. Con la ayuda de Messi, que venía a recibir en el centro, se liberaban espacios en las zonas de Ander Capa y Yuri Berchiche. Fue una de las armas ofensivas más utilizadas, aunque ninguna acción suyas causó ocasiones de peligro.