De dibujos animados. El FC Barcelona recuperó su mejor versión este domingo en el Camp Nou ante 60.295 privilegiados que disfrutaron de un espectáculo celestial. Guiados por Leo Messi, acompañado por un Ansu Fati en estado de gracia, los azulgranas desmontaron al Levante (2-1) en el mejor partido de la era Setién, que fue de más a menos.
El técnico cántabro, sometido al clásico 4-3-3 que parece condenar a su estimado 3-5-2, logró que sus jugadores ofreciesen un fútbol exquisito basado en tres factores claves: velocidad, posición y precisión. La técnica de estos abusones del balompié hizo enloquecer al Levante de Paco López, sometido y rendido a la calidad de su temible adversario.
El Barça recuperó la verticalidad que es echó en falta en los dramáticos partidos de Ibiza y Valencia, pero siempre desde la posesión, hilvanando cada jugada desde atrás. En ocasiones, los blaugranas jugaron con fuego tocando el balón alrededor del área de Ter Stegen, que brilló como un pelotero más junto a un Piqué imperial, bien acompañado por Lenglet, Busquets, Jordi Alba y un Semedo especialmente inspirado.
Dos remates, dos caños, dos goles
La precisión de la retaguardia fue fundamental para que el centro del campo pudiese construir su mejor fútbol, aunque los más lúcidos fueron los citados Messi y Ansu. El astro argentino brindó diabólicas asistencias al joven canterano que no tuvo miedos y mostró, tras varios errores de Griezmann y el propio Messi de cara a portería, que no solo es un jugador desequilibrante, sino que tiene mucho gol.
En dos jugadas prácticamente consecutivas (minutos 29 y 32), Fati provocó una explosión de júbilo en el Camp Nou de aquellas que tanto se echaban en falta con Valverde. La secuencia fue calcada salvo por una diferencia, el primer gol fue a la contra y el segundo en un ataque estático: Messi ve el desmarque de Ansu y asiste, el joven se deshace de un defensa, lanza un disparo seco que se cuela entre las piernas del portero – sí, las dos veces le hizo caño a Aitor– y gol. Golazo. Los dos.
Buen ambiente con poca gente
La Grada d’Animació acompañaba fieramente a un equipo que en estos primeros compases de 2020 ha presenciado las peores asistencias del curso. Sin embargo, viendo el nivel de juego exhibido en la primera mitad, no sería extraño que esta tendencia se vaya invirtiendo progresivamente. Este Barça de Setién, con los jugadores y el dibujo acertados, ilusiona.
El Barça no bajó los brazos pese a los goles y trató de ir a por más en todo momento, encerrando al Levante y dominando la posesión en campo enemigo. Pero las estrellas del primer equipo no tenían el acierto del chaval de 17 años, el más joven en la historia de la Liga en firmar un doblete. Y a punto estuvo del hat-trick con una chilena en la segunda mitad.
Pidiendo la hora
Semedo y Griezmann fueron los que más cerca estuvieron del tercer gol, siendo el portugués protagonista de una fabulosa jugada que terminó con un lanzamiento estrellado contra el larguero. Tras el descanso se vio a un conjunto azulgrana algo más relajado que, sin renunciar a buscar la portería contraria, perdió velocidad y, consecuentemente, generó menos peligro.
Messi lo intentó en diversas ocasiones, pero chocó una y otra vez contra la desajustada muralla del Levante. También probó suerte Busquets, sin premio, mientras Fati siguió deleitando con sus diabluras de niño travieso hasta que fue sustituido en el minuto 86 para dar entrada a Riqui Puig y llevarse la ovación de la noche. Sin embargo, Ter Stegen terminó siendo decisivo con paradas muy importantes ante las embestidas progresivas de los valencianos, que generaron excesivo peligro y finalmente marcaron por mediación de Rochina ('91). Incomprensiblemente, el Barça terminó pidiendo la hora.
A tres puntos del Madrid, a un mes del clásico
Setién parece haber dado con la tecla en sus últimos partidos en el Camp Nou. Tras el aluvión de goles contra el Leganés en Copa (5-0) y la exhibición de fútbol frente a los granotas, el Barça tendrá ahora la misión de rendir también fuera de casa. Los cuartos de Copa en San Mamés el jueves y la visita al Benito Villamarín el próximo domingo marcarán el devenir de una temporada que promete ser apasionante.
Rendir a domicilio y mantener controlados los partidos durante los 90 minutos son las asignaturas pendientes del nuevo Barça, que se mantiene segundo en la tabla de clasificación. El Real Madrid, con tres puntos más, sigue líder a falta del clásico: falta un mes.