Este Barça va por buen camino, pero necesita paciencia y mucho trabajo. En el estreno de Quique Setién en el banquillo culé, una de las grandes noticias fueron los tres puntos, que llegaron a estar en duda durante muchos momentos. Finalmente, el conjunto azulgrana consiguió una victoria sufrida (1-0) ante el Granada, gracias a la aparición de nuevo de Messi, que definió a la perfección una combinación antológica con Arturo Vidal y Griezmann.
En el primer partido del técnico santanderino, los culés volvieron a ser irregulares. Dejaron muestras de un fútbol extraordinario, pero desaparecieron y fueron muy planos durante muchos minutos. Quedaron patentes algunos de los toques que Setién quiere dar al equipo, pero necesitan todavía mucho entrenamiento para perfeccionarlos. Porque aunque el estreno de Setién no quedará para la historia, sí tuvo halos de luz que despertaron la ilusión al barcelonismo para el futuro.
Un equipo que todavía necesita mucho trabajo
Si algún aficionado culé esperaba un cambio radical en el Barça tras la llegada de Quique Setién al banquillo, seguramente tardó poco menos de 10 minutos en cambiar esta reflexión. El técnico santanderino se estrenó en el Camp Nou con un once muy reconocible y con pocas variaciones a la hora de jugar. Lógico, un proyecto y una idea no pueden instaurarse en una semana.
Setien, en su estreno en el banquillo del Barça | EFE
Sin embargo, con el paso de los minutos el equipo azulgrana empezó a poner de manifiesto algunos de los cimientos del fútbol que el cántabro quiere practicar en Barcelona, sobre todo en ataque: velocidad en la circulación, máximo dos toques, entrega constante, mucho movimiento y total libertad para Messi. Más que una nueva idea, el nuevo entrenador azulgrana demostró que lo que quiere aportar es aire fresco y una rememoración al fútbol cruyffista con el que el Barça consiguió sus mayores éxitos.
La primera parte de Setién como entrenador culé acabó con empate a 0, y provocó sentimientos contradictorios a la mayoría de la afición. Quedó de manifiesto que este equipo todavía necesita mucho trabajo para evolucionar. Se protagonizaron acciones que hicieron recordar al mejor Barça, creando a través del balón; pero fueron muy puntuales. La tónica habitual en los primeros 45 minutos fue un dominio de la posesión de balón en zonas sin peligro y con ocasiones solo cuando Messi daba un ritmo más al conjunto culé.
Messi encara a dos jugadores del Granada | EFE
Una expulsión que da vida al Barça
La segunda mitad empezó con el mismo guión que la primera, con un Barça dominador pero sin chispa, y un Granada cada vez más encerrado en su propio campo. Los culés empezaron a jugar con fuego, sin profundidad ni una excesiva intensidad, que les provocó un susto importante cuando Carlos Fernández estuvo cerca de adelantar a los visitantes, pero su disparo se estrelló contra la madera.
No obstante, qué caprichoso es el fútbol a veces. Tras la mejor ocasión de los andaluces, llegó su perdición. Y es que la balanza acabó de caer del lado azulgrana en el minuto 70, cuando el colegiado decidió mostrar una discutida segunda amarilla al defensa del conjunto andaluz Germán Sánchez por una falta a Messi. Y con superioridad numérica, los culés sí consiguieron hacer valer su constancia y su paciencia en ataque.
Fue Messi el que tuvo que aparecer para resolver con un elegante toque una extraordinaria combinación con Arturo Vidal y Griezmann, y alejar los susurros del Camp Nou. Un gol que resultó decisivo para que los culés recuperasen el liderato.
Cambio táctico defensa-ataque
Uno de los cambios más visibles en el primer día en la oficina de Quique Setién fue la adaptación de la formación en función del momento. En acciones defensivas, el conjunto azulgrana se refugiaba con el característico 4-3-3. No obstante, en ataque pasaba a ser un 3-5-2.
En este sentido, en las posesiones ofensivas el equipo contaba con un lateral mucho más profundo (Jordi Alba) y otro más reservado y jugando con más preocupación por una recuperación del Granada (Sergi Roberto). Por otra parte, Leo Messi jugaba siempre con total libertad, pero en ataque mucho más, sin una posición definida. Ansu Fati se internaba por la parte derecha, aprovechando que las subidas de Sergi Roberto no eran tan acentuadas, y Griezmann se convertía en el 9 evidente de los culés.
Griezmann, en una nueva muestra de complicidad con Messi | EFE
Una estrategia que les sirvió para ser mucho más seguros en defensa, e intentar sorprender a los nazaríes con muchos futbolistas. SIn embargo, quedó patente que todavía necesita práctica y entrenamientos para conseguir su perfeccionamiento.