Como un señor. Siendo profesional, amable y educado hasta el último día. Con la dignidad intacta. Y sin perdonar ni un solo euro de lo que se le debía. Después de haber visto como se vilipendiaba y pisoteaba su imagen desde el pasado viernes, exigir todo lo que tenía por contrato es lo mínimo. Aún gracias que no pida una indemnización por daños y perjuicios. O, incluso, por mobbing.
Ernesto Valverde se va del Barça de la peor manera posible. Después de mostrar una implicación encomiable y dejando claro que, más allá de sus aptitudes para entrenar mejor o peor al equipo blaugrana, es una buena persona, queda patente que su salida se ha gestionado muy mal. Igual de mal que se gestionó su continuidad este verano, tras el bochorno de Anfield.
Valverde no debía seguir en el cargo. Todo el mundo lo sabía. Pero el presidente Bartomeu tomó la decisión de mantener la confianza en el Txingurri por dos motivos: tenía el visto bueno del vestuario y se presentaba como el chaleco antibalas perfecto para proteger al presidente. En los aledaños del Camp Nou se comentaba que, si saltaba Valverde, el próximo blanco de todos los ataques sería Bartomeu.
Vencedor en el resultado; derrotado en el juego
Sin embargo, y más allá de que su idea de juego resultase obsoleta e insuficiente para el Barça, a Valverde se le debía el mismo respeto con el que él mismo ha tratado a todos los aficionados y profesionales que se han dirigido a él en estos dos años y medio. La gestión para fichar a Xavi de manera precipitada, con fracaso incluido, y este despido mediante una negociación trilera no son dignos del mejor club del mundo. El que, mientras presume de valores, siembra nuevos enemigos de forma alarmante a su alrededor.
Valverde ha fracasado en lo deportivo porque ha conseguido aburrir al barcelonismo con su juego conservador y pragmático. Por este motivo, la llegada de Quique Setién es un halo de esperanza para los amantes del buen fútbol. Pero Valverde no ha fracasado en cuanto a resultados. Dos Ligas en dos temporadas, una Copa del Rey y una Supercopa de España, además del liderazgo en la Liga actual y en la liguilla de Champions que terminó en diciembre, avalan su trabajo.
Sin perdonar ni un euro
Por todo ello, y aunque muchos culés celebran hoy su marcha, Valverde no merecía salir por la puerta de atrás. Y esa nefasta gestión hace inevitable que su agente, Iñaki Ibáñez, reclame absolutamente todo lo que le corresponde de ese contrato cifrado en entre ocho y 10 millones de euros anuales que finalizaba el 30 de junio de 2020 pero era prorrogagle un año más.
En principio, la activación automática del año opcional solamente se producía si no se oponía expresamente una de las dos partes que firmaron el acuerdo. En este caso, se opone el Barça, que resta igualmente obligado a cumplir en lo salarial el medio año de contrato que tenía vigor e, incluso, podría estar obligado a indemnizar a Valverde por despido improcedente.
Con su entrañable sonrisa hasta el final
Todavía no han trascendido los términos de una negociación que se prolongó horas y horas, generando un terremoto en las oficinas del Camp Nou. Ibáñez las detuvo, incluso, para atender a la prensa y confirmar que alargarían el proceso cuánto fuese necesario tras confirmar que "Valverde va a ser cesado". A fecha de hoy, aún no queda claro si el motivo de la dificultad para cerrar el acuerdo eran los seis meses que aún le quedaban de contrato, una posible indemnización complementaria o la posibilidad de cobrar, en parte, una suma relativa al año opcional que todavía no había sido ratificado.
En cualquier caso, han sido unos días complicados para Valverde. Posiblemente, este lunes haya sido su peor día en mucho tiempo, viendo como se le acababa un sueño que terminó siendo una pesadilla. Pero, pese a todo, el fanático de la fotografía que es Ernesto Valverde pudo decir adiós dejando la mejor foto posible: con su entrañable sonrisa por bandera.
La entrañable sonrisa de Valverde deja la foto del día en su despedida del Barça / EFE - Alejandro García