A Leo Messi la Supercopa de España le motivó. Quizás no era la competición en sí, sino los rivales que le esperaban en semifinales y en la final. El capitán del Barça salió con la mentalidad de ser decisivo y lavar la pobre imagen del equipo en el RCDE Stadium.
Fue el dueño del balón en casi todos los momentos del partido. Ya en la primera parte, ubicado en la banda derecha del ataque dirigió todas las acciones ofensivas del partido. Ni Saúl ni Lodi supieron como vigilarlo de cerca, solamente lo pudieron parar cometiendo faltas. De hecho, intervino un total de 54 veces en el primer tiempo, un auténtico récord.
Esto no termina aquí, en el minuto 65, ya había tocado el balón hasta en 100 ocasiones y el equipo lo notó. Se empezaron a generar ocasiones y a acusar el arco de Jan Oblak. Hubo varios disparos que pusieron en jaque al Atlético de Madrid, uno de los conjuntos que mejor defienden de Europa.
Decisivo un día más
Cuando el argentino quiere, es capaz de cambiar el rumbo del partido. Se vio en el minuto 46, después del primer gol de los colchoneros. Messi cogió el balón y se decidió a remontar. Cinco minutos más tarde llegó el gol de la igualada. El argentino cogía un balón dejado por Luis Suárez y superaba al portero con un gran disparo con la pierna derecha.
En el 59 llegaba el tanto que remontaba el partido, pero este fue anulado tras consultar el VAR. El 10 controlaba el balón con la ayuda del brazo y, una vez con el esférico en el verde, la colocaba con sutileza al segundo palo de Oblak. Una acción excelente que quedó eclipsada minutos después por el gol de Antoine Griezmann.
Messi celebra con rabia su gol ante el Atlético | EFE
También fue decisivo en el otro tanto anulado. En una falta vertical, Messi encontraba a Arturo Vidal y éste le cedía muy bien el balón a Gerard Piqué, que entraba libre de marca. El argentino quería ir a la final y verse las caras contra el Madrid. Fueron los mejores minutos de la temporada hasta que la defensa bajó los brazos y el Atlético lo aprovechó.
El argentino mostró un nivel de motivación pocas veces visto. Le motivan los retos y, como suele suceder con él, rinde mejor contra rivales de gran entidad. Esto se vio sobre todo con la celebración de los goles. Lo hizo con rabia, efusivo y como si de una final se tratara.
Déjà vu
En la temporada pasada ya vimos ejemplos de los que sucedió este jueves: un gran partido de Messi que sus compañeros tiran por la borda en pocos minutos. Uno de los más sonados fue en Anfield contra el Liverpool (4-0). Aunque los ingleses atropellaron al Barça, durante la primera parte la Pulga firmó una auténtica exhibición regalado ocasiones a Alba, Suárez y Coutinho.
Messi y sus compañeros lamentando un gol del Liverpool / EFE
Días después de la debacle de Champions pasó en la Copa del Rey. Ante el Valencia (2-1) solamente el argentino fue capaz de inquietar la portería de Jaume Doménech. Era el único capaz en hacer algo diferente pero no fue suficiente. El capitán sigue siendo el único argumento ofensivo cuando las cosas se ponen feas y eso dice muy poco de este equipo.