El Barça de Ernesto Valverde no es el Barça de Pep Guardiola, ni el del Tata Martino ni el de Luis Enrique. Cada entrenador, cuando llega al club, intenta aplicar nuevas ideas y modificaciones a un estilo de juego muy marcado, basado en la posesión de balón y el movimiento constante de los futbolistas dentro del terreno de juego. Con el de Santpedor seguramente se llegó al máximo nivel (a excepción de la época de Johan Cruyff) a la hora de poner encima de la mesa esta manera de jugar.
Sin embargo, sí que es verdad que este pasado curso el conjunto culé ha mostrado unas grandes carencias a nivel de juego, y ha apostado en muchos momentos por dejar de lado el control y ser un equipo mucho más vertical y alocado. Esto ha comportado una gran bipolaridad en el equipo catalán, que está dejando un gusto agridulce a sus aficionados.
Valverde tan sólo ha repetido once en una ocasión/ EFE
Son uno de los equipos más goleadores de Europa, pero hay muchos momentos donde parecen inofensivos y aburren a la hinchada; son expertos en la presión pero muchas veces no saber practicarla correctamente; les gusta tener el balón pero están cómodos corriendo detrás de él. Una serie de incongruencias que demuestran que el Barça no tiene un estilo de juego definido este curso, y que deberá intentar corregir el técnico culé en 2020.
Incómodos en la presión
La presión asfixiante y adelantada, con la intención de recuperar rápidamente el balón, ha sido una de las grandes señas de identidad del Barça durante sus años dorados. Y esta temporada, aunque la está intentando poner en práctica en diferentes ocasiones, no es un hecho usual y muchas veces ni siquiera han demostrado saberla hacer correctamente.
Pasó en el clásico contra el Real Madrid y también en Anoeta ante la Real Sociedad. El conjunto culé intentó presionar la salida del balón, pero lo hizo de forma poco equilibrada y sin una estrategia clara, lo que facilitó a sus rivales el poder superar la primera línea de presión y construir la jugada en una posición mucho más adelantada.
Barça y Madrid empataron a nada tras diecisiete años, en un duelo inédito con tintes políticos/ EFE
Ernesto Valverde tendrá que incidir de cara al 2020 en esta estrategia, ya que se trata de una maniobra que, bien aplicada, puede asegurar mucha superioridad en ataque; no obstante, en caso de que los futbolistas no se coloquen correctamente, pueden facilitar la circulación de los rivales. La línea entre el éxito y el fracaso total es muy delgada, así que debe perfeccionarse al máximo para conseguir sacarle el mayor partido posible.
Incapaces de superar la presión
Por otra parte, en los encuentros comentados anteriormente, junto al del Alavés, pudo verse un Barça inoperante e incapaz de superar la presión rival. Cuando los conjuntos contrarios apuestan por una presión individual en todo el campo, los futbolistas culés se han mostrado incapaces de generar juego con facilidad y obtener superioridad en ninguna parte del terreno de juego.
En este sentido, es esencial un gran nivel físico para que haya movimiento constante, y así superar las marcas de los rivales. Pero los hombres de Valverde se mostraron muy estáticos, lo que les llevó a dejarse dominar por el contrario.
Porque al final, en esto se puede resumir el nivel de juego del conjunto azulgrana esta temporada: en lugar de apostar por su estilo de juego, está adaptandose a los rivales y jugando de la manera que más daño puede hacer a los equipos contrarios. Un estilo pragmático que puede ser muy útil para conseguir títulos, pero que no atrae ni emociona a la hinchada culé, y que puede llevar a la ruina a Ernesto Valverde aunque consiga una temporada exitosa.