Todo hacía pensar que Antoine Griezmann se marcharía del entrenamiento para casa con cara triste y resignado por culpa de Ernesto Valverde. El técnico culé fijó el horario de la sesión de este domingo casi al mismo tiempo que empezaba el clásico del baloncesto español. Algo que Grizi no se tomó muy bien.
Sin embargo, aproximadamente al descanso del partido de la Liga Endesa, un Griezmann en chándal, con el pelo mojado y algo desaliñado, aparecía en el Palau Blaugrana para ver la segunda mitad desde el pie de pista. Ni las cámaras de televisión ni los aficionados presentes se perdieron la entrada estelar del francés, que sigue ganándose a los culés con gestos de sentimiento de club como estos.
Esta vez el fanatismo del principito por el baloncesto le ha ganado la partido al Txingurri y se ha salido con la suya; ha podido disfrutar de la arrolladora victoria del Barça frente al Madrid (83-63). Eso sí, no le habrá dado tiempo ni de despedirse de Valverde. ¿Le habrá sentado igual de bien al técnico culé?