Primera parte de tanteo
Pràcticamente dos meses después del día que estaba programado, finalmente el Camp Nou vivió el primer clásico de la temporada. Ni la sensación de alarmismo de las últimas semanas, ni la manifestación organizada por Tsunami Democràtic en los alrededores del estadio evitaron que los aficionados disfrutasen de una fiesta del fútbol.
Los primeros minutos fueron sin duda un tanteo constante entre Barça y Real Madrid. Los hombres de Ernesto Valverde empezaron concentrados el encuentro, y con la intención de llevar el peso del partido a través de la posesión de balón. Se intuía una noche grande de los azulgranas, que conseguían superar fácilmente las lineas de presión de los blancos y permitían a sus delanteros poder encarar con muchos espacios.
Sin embargo, esta dinámica fue solo un espejismo. Los hombres de Zinedine Zidane probaron al Barça, y cuando tuvieron un análisis certero de los puntos débiles de los culés, instauraron una marcha más. A través de un claro incremento en el ritmo de la presión, los merengues empezaron a dominar el partido y a tener las primeras oportunidades. Mientras tanto, un conjunto culé sorprendido perdió por completo el control y se vio obligado a refugiarse en su propio terreno de juego y a defenderse con muchos hombres de los ataques blancos.
De Jong, defendiendo a Casemiro en el Clásico | EFE
A cuentagotas, y con un fútbol más vertical, se vieron los únicos destellos del Barça en la primera mitad. Messi y Jordi Alba, tras superar la profunda primera linea de presión blanca, tuvieron las aisladas ocasiones de los azulgranas en los primeros 45 minutos. No obstante, los culés se mostraron durante muchos momentos a merced de un Real Madrid cómodo y muy bien colocado en el campo, que sin duda fue mejor en la primera mitad pero que no consiguió aprovecharlo para avanzarse en el marcador.
Correcalles en busca del gol
Era bastante obvio que los blancos no podrían aguantar la misma intensidad y la misma presión durante todo el encuentro. Y en la segunda mitad quedó patente este hecho. El Barça supo sufrir, pero cuando los blancos bajaron el ritmo, el partido se quedó tal y como esperaban los azulgranas. El clásico se convirtió en los segundos 45 minutos en un auténtico correcalles. Ambos conjuntos prescindieron del centro del campo y dedicaron todos sus esfuerzos a buscar el gol de forma muy vertical. Y en este contexto, los culés volvieron a aparecer y a llevar la iniciativa.
Griezmann recibe una falta de Mendy | EFE
Sin embargo, el primero en avisar fue el conjunto blanco. Gareth Bale consiguió abrir el marcador tras una gran combinación con Mendy, pero entró en escena el VAR, que anuló el gol por posición antirreglamentaria del lateral francés. Ambos equipos buscaron con insistencia el gol en los últimos momentos. Valverde dio entrada a un Ansu Fati que mostró un enorme descaro pese a disputar su primer clásico, e intentó encarar a la defensa blanca cada vez que tuvo la oportunidad.
No obstante, la tensión y la intensidad fueron las protagonistas de un encuentro que volvió a poner de manifiesto la enorme igualdad de los dos conjuntos este curso. Un empate a 0 que no deja con buen sabor de boca a ninguno de los dos equipos, pero que en concreto deja en muy mala situación a un Barça que jugaba en casa, y que se vio dominado durante gran parte del encuentro por los blancos.
La aparición de Tsunami Democràtic
Una de las grandes incógnitas del encuentro era conocer qué acciones tenía previstas Tsunami Democràtic para el clásico. En las horas previas, se organizó una manifestación que no afectó de forma excesiva a los equipos, pero que sí provocó trifulcas entre los nuevos Boixos Nois y algunos manifestantes.
Pero el movimiento independentista también tuvo su momento de protagonismo mientras se estaba disputando el partido. Y es que hacia el minuto 60, diferentes aficionados empezaron a lanzar pelotas amarillas al terreno de juego, que obligaron a pararlo durante algunos instantes.