Cambian las tornas. El Barça nota el paso del tiempo y se sigue reinventando con Valverde en el banquillo. Una transformación que a menudo sigue dando resultados pero que a nivel de sensaciones deja mucho que desear. Ante el Leganés (1-2), fue suficiente para llevarse la victoria y tres puntos vitales en la lucha por la Liga.
En Butarque, el Barça ofreció una versión seria en comparación a otros partidos de este curso a domicilio y demostró ambición, incluso coraje, para sobreponerse al gol inicial del Leganés (’12), una acción maravillosa de En Nesyri. Sin embargo, los azulgranas volvieron a constatar que el equipo vive cada vez menos del juego colectivo y se refugia en el balón parado.
Esta vez no fueron las faltas directas de Messi, sino los recursos por aire originados en córners y faltas lejanas. Leo, el arma letal del Barça cada vez más en estático y menos en combinación, lo intentó diversas veces. Y tuvo premio al conectar con la testa de Luis Suárez (’53) para empatar un partido que en los minutos iniciales del primer tiempo se puso cuesta arriba.
Refugiados en el balón parado
El astro argentino lanzó hasta tres saques de esquina al segundo palo, encontrando a Suárez una vez y a Piqué en dos ocasiones. Un testarazo del central catalán se estampó en el poste. El gol llegó desde una falta indirecta también sacada por Messi. Antes, en el primer tiempo, Suárez había protagonizado la acción más clara con otro remate de cabeza a centro preciso de Dembelé, en una de las mejores acciones del conjunto azulgrana.
Arturo Vidal celebra con rabia su gol al Leganés / EFE
De las botas del crack francés nació también el segundo gol blaugrana (’79). Nuevamente a juego parado. Dembelé sacó un córner que en un intento fallido de remate topó en el pie de Rubén Pérez que habilitó la posición adelantada de Arturo Vidal para anotar a placer. Eso sí, en una acción esperpéntica donde el chileno chutó contra su propia bota para batir a Cuéllar.
Experimento fallido
Falto de profundidad, impreciso en el pase y lento, el Barça volvió a jugar con fuego en un partido que se fue haciendo cada vez más angustioso vista la impotencia de los pupilos de Valverde para generar peligro. Incluso estuvieron a punto de dar el susto los de Aguirre.
No funcionó el experimento de Valverde, que apostó por los cuatro fantásticos recuperando su esquema fetiche en el Athletic, el 4-2-3-1. Con Griezmann y Dembelé abiertos a las bandas, escudados por los novatos Junior y Wagué en los laterales, Messi y Luis Suárez se repartieron el carril central de ataque protegidos por el músculo de Busquets y De Jong.
Griezmann, el delantero sacrificado en Leganés / EFE
Con los cuatro sobre el césped, el Barça no logró ir por delante en el marcador. Valverde buscó refrescar posiciones y algo de clarividencia con un doble cambio donde señaló los errores de Busquets y la inoperancia de Griezmann. Rakitic y Arturo Vidal asumieron la misión de revolucionar el partido y lo hizo el chileno con su anarquía habitual, pero sin fútbol.
Líderes pese a todo
Tras 13 jornadas de Liga, el Barça lleva 28 puntos, tres más que el año pasado a estas alturas, y se mantiene como líder de Primera División con un ojo puesto en el Real Madrid-Real Sociedad que decidirá si sigue compartiendo liderato con los blancos.