El FC Barcelona ha vivido la mejor década de su historia. Desde que Pep Guardiola tomó los mandos del equipo azulgrana en aquel lejano verano de 2008, el club catalán lo ha ganado todo y se ha convertido en el mejor conjunto de este inicio de siglo XXI. Ha dominado las competiciones nacionales con mano de hierro y ha brillado en Europa.
El palmarés cosechado en estos últimos diez años es inacabable. Ocho Ligas, tres Champions, seis Copas del Rey, otras seis Supercopas de España, tres Supercopas de Europa y tres Mundiales de Clubes. Como no podía ser de otra manera, el juego del Barça desde que Pep Guardiola se sentó en el banquillo hasta ahora ha evolucionado. Tampoco sería ninguna exageración decir que, en cierto punto, ha involucionado.
Autoridad
Con el de Santpedor, el FC Barcelona vivió su mejor época. No tanto a nivel de títulos, que también, pues es el único técnico que ha levantado dos Champions y ganó tres Ligas consecutivas, sino sobre todo en lo que se refiere al juego. El Barça de Guardiola es, sin duda, uno de los equipos más dominantes en la historia de este deporte.
Leo Messi y Pep Guardiola en un encuentro con el FC Barcelona / EFE
Ese conjunto cimentó su éxito en la superioridad del centro del campo. Se imponía a sus rivales a través del juego de posición y la posesión efectiva del esférico. Todo pase, todo movimiento, todo desmarque, tenía una causa y una consecuencia. Fueron muy pocos los que lograron parar a ese FC Barcelona. Y cuando lo hacían, como el Inter de Mourinho, siempre se desprendía la sensación de que los catalanes habían sido superiores.
El paradigma de esta idea de juego es la final del Mundial de Clubes de 2011 contra el Santos de Neymar(0-4). Los azulgranas saltaron al terreno de juego con cinco centrocampistas (Busquets, Xavi, Iniesta, Thiago y Cesc Fàbregas como falso nueve). Curiosamente, todos ellos formados en La Masia. El equipo culé impuso su ritmo desde el primer minuto hasta el último. Otros partidos que han quedado en la memoria colectiva del barcelonismo son el 2-6 al Madrid o la final de Wembley ante el Manchester United. Entre otros.
Efectividad
Ese sistema, ese dominio y esa autoridad se esfumaron cuando Guardiola dejó el banquillo en 2012. Tito Vilanova trató de mantener esa filosofía, y el Tata Martino lo dejó todo en manos de Leo Messi. El siguiente en llegar al banquillo fue Luis Enrique, y con el técnico asturiano ya se empezó a vislumbrar cierto cambio en la idea de juego.
Luis Enrique y Messi en su etapa en el Barça / EFE
El técnico asturiano también levantó un triplete en su primer año, pero tuvo poco o nada que ver con el que había logrado Guardiola. En primer lugar, porque ese Barça no exhibió superioridad todo el curso, sino en la fase decisiva. En segundo lugar, empezaron a tener más importancia las áreas (MSN) que el centro del campo. Cambiaron los jugadores (Neymar, Luis Suárez y Rakitic) y Lucho modificó también la idea de juego.
Muestra de ello son partidos como el 3-0 al Bayern en semifinales de la Champions de 2015, la final contra la Juventus o el 2-3 en el Santiago Bernabéu en 2017. Funcionó, es innegable. Como mínimo el primer año. En las dos temporadas siguientes sufrió mucho más. Muestra de ello son las eliminaciones a manos de Atlético de Madrid (2016) y Juventus (2017) en cuartos de final de la Champions. Incluso en el 6-1 al París Saint-Germain, duelo épico donde los haya, tuvieron más protagonismos las individualidades que el centro del campo.
Messidependencia
Se podría decir que con la llegada de Ernesto Valverde se completó esta evolución. Con el Txingurri en el banquillo se han ganado dos Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa de España, pero el juego del equipo ha destacado pocas veces por su vistosidad. El FC Barcelona sigue teniendo la posesión del balón, pero en muchas ocasiones es completamente inerte. La circulación del esférico es muy lenta y las superioridades se crean a través de las individualidades.
Valverde no da con la tecla del buen juego/ EFE
Todo queda en manos de Leo Messi y, como mucho, en las de Luis Suárez. En ocasiones el centro del campo es más físico que técnico, con jugadores como Rakitic o Arturo Vidal, cuyas mayores virtudes no son la visión de juego o la habilidad con el balón en los pies. Se han logrado grandes resultados como el 3-0 al Liverpool o el 5-1 del Real Madrid del curso pasado, pero en ninguno de ellos se vio ese dominio abrumador del Barça de Guardiola.
El propio Valverde ha admitido en más de una ocasión que compararse con ese equipo es una utopía. El FC Barcelona ya no cuenta con Xavi, Iniesta ni Alves. Tampoco con ese Busquets ni ese Piqué. Eso es irrefutable y ellos, inimitables. Lo que no quita que, con jugadores como Frenkie de Jong, Griezmann o Arthur, el conjunto azulgrana puede y debe exhibir un mejor juego.