Empieza a convertirse en rutina el hecho de ver a un Barça dominado e impotente, incapaz de controlar el ritmo del partido y jugando a merced del planteamiento rival. Los fantasmas de Levante volvieron y el conjunto azulgrana no consiguió vencer (ni convencer) al Slavia de Praga en el Camp Nou (0-0).
En un encuentro donde los hombres de Ernesto Valverde volvieron a mostrarse como un equipo con poca personalidad y muchas carencias a nivel de juego, se vieron apresados durante los 90 minutos por un memorable planteamiento defensivo del conjunto checo. Pese a que Messi, que volvió a ser el mejor, lo intentó en reiteradas ocasiones; el argentino volvió a encontrarse muy solo en ataque y esta vez, no consiguió obrar el milagro. Así el Barça, y de forma justa, se fue del Camp Nou sin anotar después de más de tres años, y volvió a demostrar que necesita un cambio antes de que sea tarde.
Inoperante ante el tramado defensivo checo
El Barça empezó el partido con los fantasmas de Valencia todavía en la cabeza. Y es que los hombres de Ernesto Valverde no fueron capaces en ningún momento de la primera mitad de sobreponerse a la telaraña defensiva planteada por el Slavia de Praga y de demostrar su a priori superioridad técnica.
Los jugadores checos obligaron a los culés a prescindir desde el primer minuto de la circulación en el centro del campo, y apostar por un juego mucho más vertical con balones largos por parte de los centrales a la espalda de la defensa checa. Así, el equipo de Praga fue capaz de anular durante gran parte de la primera mitad tanto a De Jong y a Busquets, como a Messi, las principales armas del conjunto azulgrana para llevar a cabo su usual juego asociativo.
El planteamiento defensivo del Slavia superó al Barça | EFE
Los azulgranas se vieron apresados y obligados a jugar en ataque en prácticamente veinte metros, lo que comportó muchos errores y una incomodidad constante por parte de los hombres de Ernesto Valverde durante los primeros 45 minutos. Y no solo eso. Con el paso del tiempo y al ver que su plan estaba funcionando a la perfección, los checos se mostraron más sueltos, desacomplejados y confiados a la hora de sacar el balón controlado y de atacar. Suyas fueron las primeras acciones de peligro en el encuentro.
Ineficaz rebelión de Messi
En una primera mitad que hizo recordar perfectamente a una partida de ajedrez, con un Barça incómodo y atrapado por la telaraña defensiva del Slavia; fue Messi el único que se rebeló contra el planteamiento de los checos. El argentino buscó de forma individual comandar a los azulgranas, e incluso tuvo la opción de abrir el marcador tras una enorme galopada, pero su disparo se estrelló en la madera.
Los checos consiguieron desenmascarar en la primera mitad todas las carencias a nivel de juego que viene acumulando el Barça esta temporada. La imprecisión y la falta de recursos del conjunto culé fueron la nota predominante de una primera parte que pudo acabar mucho peor para los hombres de Valverde.
En un despiste defensivo, el Slavia consiguió abrir el marcador en el Camp Nou en el tiempo de descuento, pero finalmente el VAR anuló el tanto por fuera de juego. Los aficionados suspiraron de alivio, pero a la vez, a través de silbidos, mostraron su desacuerdo con el juego del equipo en la primera mitad.
Más corazón que cabeza
Los azulgranas buscaron durante toda la segunda mitad conseguir un giro argumental y romper el planteamiento defensivo del equipo checo. Sin embargo, los culés lo intentaron con mucho más corazón que cabeza, lo que no les ayudó precisamente a tener más control ni a apostar por un juego más preciso. Con el paso de los minutos, el partido se adormeció. Justo como lo tenía planeado el entrenador de los checos, Jindřich Trpišovský.
Rakitic tuvo minutos ante el Slavia | EFE
Los azulgranas, con la entrada de Ansu Fati y Rakitic, buscaron un apretón final para conseguir el gol que les acercase a los octavos de final de la Champions. Sin embargo, hoy tampoco fue el día del Barça. Y tampoco lo mereció. Así, el equipo de Ernesto Valverde se marchó del terreno de juego entre la enorme pitada por parte de los aficionados que acudieron al Camp Nou a olvidar los fantasmas de Levante, y seguramente se marcharon a casa con todavía menos confianza en el equipo.
Griezmann y Dembelé, empequeñecidos por la sombra de Messi
Tras la lesión de Suárez, eran diferentes las opciones que tenía Valverde para sustituir en la delantera al charrúa. Finalmente, el técnico azulgrana decidió apostar por Griezmann y el discutido Dembelé, junto a Leo Messi.
El partido de los dos atacantes franceses dejó mucho que desear tanto al cuerpo técnico como a los aficionados. Griezmann, que jugó durante todo el encuentro en una posición muy centrada y al lado del argentino, no consiguió ser decisivo ni se le vio cómodo en ningún momento. El ex del Atlético ni siquiera disparó a portería.
Por otra parte, un Dembelé que volvía a la titularidad tras la polémica no convocatoria para el partido contra el Levante, se mostró insistente e intentó hacer daño a los checos con su velocidad, pero la realidad es que tuvo un encuentro muy impreciso y muy debajo de lo que se espera de él.
Dembelé volvió a ser titular pero no convenció | EFE
Messi, pese a contar con dos marcas individuales durante todo el encuentro, fue el único delantero que intentó con un poco más acierto superar el entramado defensivo del Slavia de Praga. El argentino tuvo el gol en una gran acción individual, pero su disparó se estrelló contra el larguero; y también asistió a Arturo Vidal, pero el VAR anuló el tanto. Así, tanto Griezmann como Dembelé volvieron a mostrarse muy empequeñecidos ante la alargada sombra de Leo Messi.