Gerard Piqué suele hablar del mundo del fútbol como un show. El futbolista catalán quiere pasárselo bien dentro y fuera de los terrenos de juego. Es por eso que muchas veces trata de provocar, vacilar y bromear con los rivales del FC Barcelona. Especialmente cuando se trata de Real Madrid y Espanyol, los dos eternos enemigos del conjunto azulgrana.
La última década gloriosa de la entidad catalana ha provocado que más de una vez superara de forma abultada tanto a blancos como a pericos. Y cuando el resultado ha sido de 5-0, no ha dudado en sacar la manita a pasear. Fue especialmente doloroso para el madridismo aquel gesto del clásico de la temporada 2010-11. Al barcelonismo, en cambio, le chifló. Es innegable.
Menos 'manitas'
Lo que no gusta tanto a la afición del FC Barcelona es cuando el central muestra esas mismas manos durante los encuentros. Especialmente cuando lo hace dentro del área. Más de una vez y más de dos Piqué ha cometido penalti por llevar los brazos excesivamente despegados del resto del cuerpo.
Piqué simboliza un vestuario del Barça cabizbajo en Praga: "Así no ganamos la Champions" / EFE
El último caso se dio en el Sadar, en la tercera jornada de la actual Liga. El conjunto azulgrana había logrado darle la vuelta al encuentro y se había puesto por delante en el marcador. Cuando quedaban solo diez minutos, el zaguero cometió un penalti infantil después de que el esférico impactara en sus manos. Roberto Torres no falló desde los once metros y el Barça se dejó dos puntos de oro en Pamplona.
El pasado miércoles, en Praga, la situación se repitió, aunque de forma menos dramática. En este caso, la falta por manos fue fuera del área y, si bien es cierto que generó una ocasión muy peligrosa para el Slavia cuando la jugada que había interrumpido no suponía ningún peligro, el FC Barcelona no tuvo que lamentarlo.
Sufrió
Obviando ese episodio, durante el resto del partido el central estuvo correcto, pero no soberbio. Estuvo muy atento en defensa, cortó muchos centros y tapó algún que otro disparo peligroso del Slavia que amenazaba con colarse en la portería de Ter Stegen.
Gerard Piqué defendiendo una acción del Slavia de Praga / FC Barcelona
Por otra parte, Piqué fue el defensa que más sufrió en Praga. La velocidad de los atacantes checos y el altísimo ritmo que impusieron los locales durante los 90 minutos sobrepasó al futbolista catalán en algunos momentos del encuentro. Lenglet, Semedo y Jordi Alba se adaptaron bastante mejor a ese plan de partido.
Con todo, cabe repetir que el canterano completó un buen partido. Lo pasó mal en determinadas fases del choque y sus manitas pudieron haberle costado un disgusto al FC Barcelona, pero en general el duelo de Piqué fue más que correcto.