Son muchos los que ya han perdido la fe en Ousmane Dembelé, que encara ya su tercera campaña con el FC Barcelona. El mosquito llegó al Camp Nou en agosto de 2017 para hacer olvidar a un Neymar que abandonaba el barco culé en busca del dinero catarí en aguas francesas. Dos años y dos meses después, el joven Ousmane no sólo no ha conseguido el propósito de la directiva blaugrana, sino que ha provocado, con estadísticas tan demoledoras como esta, que el aficionado culé extrañe ahora más que nunca la figura del astro brasileño.
Mala tarde en Praga
Tras el gol en propia puerta de Olayinka (1-2) y con el Slavia decidido a jugársela en busca del empate, Valverde optó por quitar a Griezmann, de nuevo el más flojo en el ataque culé, para darle 21 minutos a Dembelé. Con las líneas checas descolocadas, el Txingurri pensó que la velocidad y el desborde del francés resolverían el partido con un tercer gol que hubiese dado la tranquilidad al Barça para los minutos finales.
Lejos del propósito de Valverde, Dembelé perdió seis balones en los escasos 20 minutos que estuvo en el campo. El de Vernon erró la mitad de las posesiones en las que participó (seis de doce intervenciones), es decir, una pérdida cada 216 segundos.
En la comparativa con sus compañeros todavía se hace más visible la terrible estadística. Nélson Semedo, por ejemplo, en 90 minutos y constantemente presionado por un incansable Olayinka y un descansado Tecl, que entró en el 46’, perdió los mismos balones, seis, que Dembelé en 20 minutos. Y es que la estadística dice que el francés pierde un balón cada 3,5 minutos. Devastador.
No fue cosa de un día
Si hacemos hincapié en la estadística general, el ex del Dortmund tampoco sale favorecido. En Champions, tras los 24 minutos frente al Inter y los 21 en Praga, acumula 10 pases malos de 29 intentos. Y en la competición doméstica de Liga suma 30 pérdidas en apenas tres partidos disputados. Una losa que pesa demasiado para el futbolista, y sobre todo para sus compañeros, que dieron muestra de ello en varias acciones en las que esperaban un centro desde el área que nunca llegaba. El mejor ejemplo fue en la jugada en la que Messi habilitaba al francés por el carril izquierdo y corría hacia el punto de penalti junto a Suárez y Vidal. Dembelé, una vez más, se lio con los regates y desperdició la ocasión.
La fuerte inversión del Barça por Dembélé
En agosto de 2017 el FC Barcelona pagó 105 millones + 40 en variables al Borussia de Dortmund a cambio del joven Ousmane. El extremo venía de hacer números realmente buenos en la Bundesliga, donde firmó seis goles y 12 asistencias en 32 partidos. En Champions League anotó dos dianas y cinco asistencias que, sumadas a los dos goles y dos asistencias en la Copa alemana, lo erigían como una de las estrellas emergentes del Dortmund y del panorama.
Irregularidad y lesiones
Canterano del Rennes y con tan sólo 20 años, Dembelé ponía rumbo a Barcelona para convertirse en estrella mundial, habiendo disputado una sola temporada en Alemania. Dos años después, son muchos los que todavía culpan a su prematura edad (22) de su falta de aclimatación y adaptación al fútbol español. Además, el sensacional salto a la élite del todavía más joven Ansu Fati no ha dejado en un buen sitio al mosquito, que ve como su confianza se va debilitando pérdida tras pérdida.
Por otro lado, las lesiones han sido para muchos el principal problema de Dembelé, que acumula ya la friolera de 11 lesiones desde el famoso problema en los isquiotibiales que lo apartó de los terrenos de juego de septiembre de 2017 a enero de 2018. Unos isquios que no le han dejado de dar molestias durante los últimos dos años, sumado a lesiones de tobillo, problemas gastrointestinales y lo más preocupante, una falta de confianza que, con todo el conjunto, han dejado al descubierto la estadística más demoledora para Ousmane Dembelé, al que muchos colocan ya por detrás de Griezmann, Ansu Fati o incluso Coutinho.