Leo Messi se desquitó con rabia cuando en el minuto 78, y tras dos faltas previas erradas, mandó el esférico al fondo de la red. Un disparo menos ajustado que en otras ocasiones, pero tan potente y cercano que poco pudo hacer Vaclik en su estirada. Un gol para cerrar la goleada al Sevilla (4-0) y abrir su cuenta goleadora esta temporada.
El capitán azulgrana, muy castigado por las lesiones este inicio de curso, volvió a su mejor versión. Desequilibrante, veloz y determinante, obtuvo su recompensa de cara a portería a balón parado. Su especialidad por antonomasia y, para más inri, ante su víctima favorita, el Sevilla.
Un gol para quitarse presión, sumarse a los 11 goleadores distintos que ya tenía el Barça este curso y ampliar su estadística ante el conjunto andaluz: 37 goles en 38 partidos, 25 de Liga, 5 de Copa, 5 de la Supercopa de España y dos de la Supercopa de Europa. De todos ellos, seis de falta directa contando el de este domingo.
Fin a la sequía
Un gol de clase mundial que pone fin a su sequía particular. Es extraño decirlo, pero Leo ha estrenado su casillero a cinco de octubre. Una fecha muy lejana teniendo en cuenta que la competición oficial empezó el 16 de agosto. Nueve partidos después, siete de Liga y dos de Champions League, el rosarino ha vuelto a sonreír haciendo lo que más le gusta. Marcar goles.
Un total de 134 días a los que ha puesto fin con mucha clase. Leo está cada vez más cerca de recuperar su mejor versión.