Este Barça gana, pero no convence. Hay margen de tiempo para mejorar y la temporada apenas acaba de arrancar, pero los primeros síntomas son preocupantes. El Camp Nou se ha convertido en un fortín para el conjunto que dirige Ernesto Valverde, pero los títulos también se ganan fuera de casa.
El estilo es el mismo, pero sin los mismos protagonistas de antaño y con otros intocables que ya superan la treintena. Una columna vertebral casi intocable que derrocha experiencia, pero que empieza a dejar entrever algunas carencias que pueden costar títulos. Leo Messi continúa siendo el eje en el que gira el equipo --y menos mal-- pero otras 'vacas sagradas' deberían empezar a perder esa condición.
Tres jugadores, con tres funciones distintas pero rendimientos muy parejos. Gerard Piqué, Sergio Busquets y Luis Suárez.
¿Qué pasa?
Estamos en el mes de octubre y todavía no han alcanzado el ritmo de partido que se requiere. Pretemporadas con demasiados viajes, pocos entrenamientos y jugadores que ya no tienen 20 años. El margen de mejora es elevadísimo, pero el primer mes y medio de competición deja varias lecturas.
En primer lugar las lesiones. Luis Suárez sufrió la misma lesión que Messi --en el sóleo-- y ahora deberán coger el ritmo jugando. Dos lesiones que se suman a una lista preocupante: Jordi Alba, Dembelé, Junior Firpo, Ansu Fati... Pero más allá de los obstáculos, el caso del uruguayo es preocupante por otros factores.
Una foto de Suárez, el hombre, reclamando una falta ante el Inter / EFE
Es un jugador de clase mundial, pero ya no es intocable para nadie. Ni para Valverde, ni mucho menos para la afición. El uruguayo marcó dos golazos de killer, lo que ha sido siempre, pero su juego está muy lejos de su mejor nivel. Dos goles para rescatar a un Barça sin rumbo en el primer tiempo, que solo serían coartada suficiente si los metiera jornada tras jornada.
Sus sequías goleadoras fuera del Camp Nou se alargan en el tiempo y su falta de inspiración en el juego asociativo es preocupante. Se empeña en realizar funciones que no le pertocan y acaba mermando al equipo. Voleón y definición de crack para remontar, pero a su vez, pérdidas, regates frustrados y una mala lectura del juego. Su rol debe estar vinculado al área, donde mejor se desenvuelve y donde realmente cambia partidos. Nada más.
Los dos capitanes
Busquets y Piqué son otros de los señalados este inicio de temporada. Líderes por detrás de Messi, pivote y central están en duda. Busquets tiene un nivel intermitente. De firmar partidos memorables, a volver a naufragar ante el Inter. Valverde le sustituyó por Arturo Vidal y el Barça cambió junto a la nueva propuesta que planteó el Txingurri en la presión.
La ventaja para el equipo es que el técnico extremeño tiene alternativas en esa posición, algo que no ocurre con el central. El caso de Piqué es distinto. No es falta de experiencia, sino de físico y concentración. Su velocidad no es la de antaño --aunque nunca haya sido un jugador especialmente rápido-- y la lectura del juego y colocación deben ser su premisas esta temporada. Un factor que puede jugar a su favor para evitar verse forzado en acciones de desventaja.
Una foto de Gerard Piqué lamentando una ocasión contra el Inter de Milán / EFE
La estadística de amonestaciones responde a esta situación. Siete amarillas en nueve partidos, de ello cuatro en Liga. Llega tarde y eso le obliga a imponer la fuerza física.
El caso Griezmann
Tres jugadores vitales para el esquema de Valverde, a los que se suma la novedad de Griezmann. El francés está muy lejos de su mejor nivel. Se sacrifica en defensa el primero, pero su faceta de delantero no ha explotado. Escorado y marginado en la banda izquierda --a pierna natural-- su juego interior no fluye y no es un extremo puro. Apenas gozó de dos ocasiones, una en fuera de juego que mandó fuera, y acabó sustituido.
Su posición no es la banda, como sí es el hábitat de Dembelé, y Valverde tiene que cambiar la dinámica o asumirá el rol de Coutinho. Un jugador de clase mundial que no encaja. Todavía hay margen para todos, pero el calendario aprieta.