El Barça vuelve a sonreír en casa. Los azulgranas vencieron al Villarreal (2-1) en su regreso a feudo azulgrana, aunque en esta ocasión no con la complacencia --ni tampoco el ritmo-- que tuvieron ante el Betis y el Valencia. El Camp Nou se confirma como el fortín de los azulgranas, pero esta vez no convencieron. 

Los tantos de Griezmann y Arthur antes del primer cuarto de hora pusieron de cara un encuentro que el Barça no supo sentenciar y por el que tuvo que sufrir hasta el pitido final. Dos partes totalmente opuestas que impidieron a los locales tener un partido más cómodo y desahogado. Si la primera mitad fue a un ritmo desganado y en modo economy, la segunda parte conjunto de Calleja obligó a los catalanes a trabajar una victoria obligatoria tras el tanto de Cazorla en el 44. 

Tres puntos que llegan como agua de mayo y que confirman la irregularidad del equipo. Como si de un capítulo de Stranger Things se tratara. Un conjunto en casa y otro desconocido fuera del calor de su afición.

Cómodos

La MSG se estrenó por primera vez de inicio en partido oficial y poco tardaron en conectar. De la forma más insólita y menos habitual en el Barça --en el juego aéreo-- Messi encontró la testa de Griezmann en el primer córner del partido para poner el 1-0 en el marcador con un remate muy poco ordinario. 

El argentino asistió al francés por primera vez y nueve minutos más tarde, Arthur puso el 2-0 en el luminoso con un disparo descomunal desde 40 metros de distancia. Sin Rakitic en el verde, el experto en disparos de media distancia, el brasileño se disfrazó de croata y mandó el esférico allí donde quedan las telarañas. Imparable para Asenjo. Por fin alguien se atrevió a acabar con las posesiones estériles y probar al cancerbero rival. Esta vez, con fortuna.

Una foto de Griezmann y Messi celebrando el gol del francés ante el Villarreal / EFE

Una foto de Griezmann y Messi celebrando el gol del francés ante el Villarreal / EFE

Un 2-0 precoz e inesperado, que permitió al conjunto catalán bajar una marcha. El Villarreal, con dos goles en contra, tampoco se apresuró. Un partido que llegóa ser aburrido en distintas facetas y que solo aceleraron los azulgranas en el pase final al primer toque, pero por el que no mataron el partido. Y con la comodidad del marcador, pero sin ser clínicos en ataque, Santi Cazorla quiso hacer sombra a Arthur con otro golazo en el 44. Se acomodó el esférico y batió desde la frontal a Ter Stegen en un disparo que el alemán no midió bien. 

Los nervios

El submarino amarillo recortó distancias en los últimos compases de la primera mitad y el partido cambió. De la pachanga de los jueves que fue el primer tiempo, pasó a ser un duelo directo entre séptimo y octavo por tres puntos vitales. Si el Barça se sintió cómodo sin esférico durante la primera mitad en las posesiones esteriles del Villarreal, la segunda parte fue otra historia.

Arthur y Messi celebran el gol del brasileño frente al Villarreal / TWITTER

Arthur y Messi celebran el gol del brasileño frente al Villarreal / TWITTER

El Villarreal sacó su calidad y su repertorio ofensivo y el Barça tuvo que ponerse el mono de trabajo sin Messi. El argentino se quedó en el vestuario tras sufrir unas molestias en la primera parte. Una ausencia sonada que sustituyó Dembelé. El francés regresó a los terrenos de juego tras cinco semanas en el dique seco y volvió a levantar a la grada.

Dos primeras incorporaciones que pusieron en bandeja el gol a Luis Suárez, pero que el uruguayo no pudo aprovechar en un partido del que fue de más a menos. De Jong salió para ordenar la medular y Valverde, y ante la falta de inspiración de Suárez y la necesidad de hacer daño a un Villarreal que sufría con la verticalidad de Dembelé --que volvió a cometer errores básicos pese a su intermitent desborde-- Valverde recurrió a Ansu Fati

Ovacionado

El juvenil volvió al verde del Camp Nou y recibió una ovación digna de una estrella consagrada. Y agradecido, correspondió. Como hizo su compañero Dembelé en la otra banda, sus dos primeras apariciones asustaron a una defensa amarilla que solo pudo replegarse. Sus 16 años ya no son noticia, sino su calidad y descaro. Rozó el gol en distintas ocasiones e incluso se reclamó un posible penalti que quedó en nada.

12 minutos para volver a pedir a gritos un sitio fijo en el primer equipo --aunque sea con ficha de juvenil-- y un toque de atención a otros jugadores. Visto lo visto con Suárez, que el uruguayo acabe sentado pronto para dar paso a la MDG no sería extraño. Tampoco que Ansu le arrebatara el puesto a Dembelé si continúa perdiendo balones comprometidos en la medular y tomando malas decisiones. 

El Barça ganó, pero mantiene las dudas intactas, especialmente en la velocidad del juego. Bipolar. Capaz de someter y a su vez incapaz de sentenciar. Aquello que necesita para ser imparable y que se encontrará en una Champions feroz. Tres puntos para poner presión y recuperar sensaciones antes de visitar al Getafe.