Ter Stegen demostró, por enésima vez, por qué es el portero titular del Barça y por qué ser suplente del alemán es casi una obligación. Desde su llegada al club catalán en 2014, donde vivió tensiones internas por la titularidad con Claudio Bravo, el rendimiento el alemán ha ido in crescendo.
Asumió la titularidad tras la salida del chileno y desde entonces nada ni nadie lo han sacado de los tres palos. Y con razón. Su compromiso y profesionalidad por ser el mejor avalan a un jugador que, en las últimas temporadas, ha sido el ángel de la guarda de un Barça que flaquea en defensa. Cuando sus compañeros fallan, allí aparece él para sacar las castañas del fuego.
Ante el Dortmund en el estreno de los azulgranas en Champions League fue el mejor del encuentro. MVP del partido y salvador de un equipo que sufrió más de la cuenta con mucha posesión, pero un juego estéril. Paró el penalti que posiblemente hubiera dado la victoria al conjunto de Lucien Favre y dejó otro recital de paradas para reivindicarse en su país natal. Quiere acabar con la polémica con Neuer, pero su exhibición en el Signal Iduna Park solo la aviva más.
Los penaltis, también
Minuto 55 y Semedo, ante las travesuras de Jadon Sancho, le piso el tobillo. Penalti bien señalado y los tres puntos en juego. Y apareció. Tiró de instinto, como él mismo explicó a pie de campo, para detener el disparo de su compatriota Marco Reus. Parada y reflejos de gato para levantarse y recoger el balón ante de que Paco Alcácer lo mandara al fondo de la red.
Una parada providencial que además destaca su otro punto fuerte. No solo es seguro en el juego con los pies, la cobertura y en el mano a mano, sino también es un parapenaltis. Pese a que Roberto Torres marcó en el Osasuna - Barça engañando al cancerbero, el alemán lleva cuatro penaltis detenidos de seis en Champions League.
El disparo de Reus fue el cuarto de su carrera, pero antes detuvo uno al Kun Agüero (Manchester City, 2015), otro a Edin Dzeko (Roma, 2015), y a Moussa Dembélé (Celtic, 2016). Por contra, solo ha encajado dos dianas desde ese punto; de las botas de Antoine Griezmann (Atlético de Madrid, 2016) y Daniele de Rossi (Roma, 2018). Ter Stegen es un muro en todas las facetas.