Antoine Griezmann es la esperanza del barcelonismo hasta que Leo Messi vuelva a calzarse las botas. Se prevé que el argentino vuelva al verde del Camp Nou el sábado 14 de septiembre para liderar al equipo ante el importantísimo choque ante el Valencia, donde los hombres de Ernesto Valverde necesitan sí o sí, cosechar una victoria.

Los azulgranas solo suman cuatro puntos de los nueve disputados en este inicio liguero. Todos ellos en ausencia de Leo y con un Griezmann que ha tenido un rendimiento intermitente. Pasó desapercibido en San Mamés, brilló ante el Betis, y volvió a naufragar en El Sadar. Tres partidos con lecturas muy distintas y con muy poco margen de tiempo. El francés necesita imponer su juego. 

Lo necesita el equipo y se lo pide la afición. 120 millones de euros que gustan, pero que tienen que marcar diferencias solo o junto a los titulares. Otro de los aspectos que más espera la afición, es la performance que ofrecerán argentino y galo en el terreno de juego. Todavía no se les ha visto jugar juntos y es una incógnita que deberá resolverse en las próximas jornadas. 

Imponerse

A Griezmann le ha tocado asumir el rol de líder inesperadamente. De ser el último en llegar, al más importante. Junto a Carles Pérez y Rafinha conformó el tridente ante el Betis y el Osasuna, pero no obtuvo los mismos resultados en ambos encuentros. El francés está acostumbrado a asumir galones, en el Atlético y en su selección, pero en el Camp Nou las exigencias son máximas. No vale con un partido bueno y otro regular. Su fichaje responde a unas carencias deportivas a las que deberá corresponder. 

A priori, su entrada en el vestuario fue buena. La ausencia de los sudamericanos le facilitó adaptarse con un grupo que veía con buenos ojos su llegada y el clan francés acabó de aclimatarle. Pero  no es suficiente. Se le exigirán responsabilidades. Arthur, quien disputó sus primeros minutos de la temporada ante el Osasuna, fue el primero en recriminarle ciertas acciones del juego. Tiene una capacidad defensiva que no tienen otros delanteros, pero no puede descolgarse. 

La prioridad es que la presión no le pueda, como ocurrió con Coutinho. Ambos tienen caracteres muy distintos y nada hace pensar que eso pueda suceder, pero necesitará el apoyo total del vestuario. Un apoyo que solo se ganará marcando las diferencias que marcaba de rojiblanco. Su juego asociativo y su actitud se valoran, pero le falta algo más. Solo el tiempo dirá. De momento, ha sido una de cal y otra de arena.