Tildado muchas veces de conservador, Ernesto Valverde sorprendió con el primer once de la temporada. El Txingurri, contra todo pronóstico, sentó a dos futbolistas que fueron imprescindibles en sus esquemas en sus dos primeros años como técnico del FC Barcelona: Sergio Busquets e Ivan Rakitic.
No sorprendió tanto la suplencia del futbolista croata, avisada durante la pretemporada, como la del de Badia del Vallès. Ha sido intocable en el conjunto azulgrana durante la última década y si bien era de esperar que De Jong pudiera competirle el puesto, fue sorprendente que se lo arrebatara ya en el primer encuentro.
Poca fluidez
El entrenador extremeño apostó por un centro del campo innovador formado por el futbolista neerlandés, Sergi Roberto y Carles Aleñá. Frenkie, aunque no estuvo excelso, tampoco decepcionó y dio salida al balón de forma magnífica en la gran mayoría de ocasiones. Entiende el juego de posición y posesión como nadie.
Frenkie de Jong jugando contra el Athletic Club / EFE
Peor lo pasaron los dos canteranos, muy ahogados por la presión alta que practicó el Athletic durante la primera mitad. Estuvieron más desacertados de lo habitual y perdieron el balón en jugadas donde no deberían. El hecho de jugar juntos prácticamente por primera vez en un estadio como San Mamés tampoco les ayudó.
Por un lado, el de Reus sigue tratando de readaptarse a la posición en la que se formó en La Masia pero que no habitaba desde hacía más de cuatro años. Y el 19, que dejó muy buenas sensaciones en pretemporada, alternó buenas decisiones con pérdidas de balón peligrosas para el equipo.
Sin Busquets
La sorpresa se hizo aún mayor tras el descanso. Valverde apostó por tocar el centro del campo y, en vez de introducir a Sergio Busquets en el terreno de juego y adelantar la posición de De Jong, dio entrada a Rakitic, que sustituyó a Aleñá. Quizás Sergi Roberto merecía más el cambio, sobre todo teniendo en cuenta que presenta un perfil muy similar al croata.
Rakitic en un duelo aéreo con Iñaki Williams / EFE
En la segunda parte el juego del equipo no mejoró. Aumentó la posesión porque el Athletic rebajó la intensidad y las líneas de presión, pero el balón seguía circulando muy lento. Ni Rakitic ni Sergi Roberto pudieron aumentar el ritmo. De Jong no podía hacer más. Y Busquets solo podía mirar.
El encuentro de San Mamés no hace más que evidenciar la importancia que ha tenido el de Badia en los éxitos recientes del FC Barcelona. Habrá que ver si su suplencia en La Catedral fue cosa de un partido o se vuelve la tónica habitual. En caso de ser lo segundo, la era post Busquets ha empezado de la peor forma posible. Es probable que el problema no sean los nombres, sino el juego que se pone en práctica sobre el verde.