Muchas cosas están por cambiar en el FC Barcelona. El mercado de verano se presenta intenso y a la vez desconcertante. Con tan solo la llegada de Frenkie De Jong, hasta la fecha, y centrados totalmente en las salidas para cuadrar cuentas antes del 30 de junio, el escenario cambiará ostensiblemente a partir del 1 de julio.
Esa será la fecha clave que dará el verdadero pistoletazo de salida al mercado de verano del club catalán que espera cerrar varios fichajes de renombre para dotar de alternativas a Ernesto Valverde y mejorar la competitividad de la plantilla. Con Griezmann cerrado y a la espera de que se pueda hacer oficial por 120 millones, el foco mediático y del barcelonismo se centra en la operación retorno de Neymar.
Jugar y club han mantenido contactos más que superficiales. Las condiciones están claras: deberá reducirse el salario, quitar la demanda interpuesta al club y pedir perdón públicamente. Todo en una estrategia que está marcada en el tiempo a la espera de ver la reacción definitiva de Nasser Al-Khelaïfi a su salida. La plantilla culé, especialmente las 'vacas sagradas' afines a su regreso están muy pendientes de dichos movimientos, pero en especial un jugador vital para el esquema del técnico extremeño: Jordi Alba.
Viaje al pasado
La división en el barcelonismo es obvia. Muchos consideran el regreso de Neymar como una oportunidad de oro para volver a reinar en Europa y recuperar la MSN y otros opinan que sus formas no deberían tener cabida ni perdón en la institución catalana. Una división que, seguramente, también se traslada a la visión del lateral izquierdo. El de L'Hospitalet lo ha jugado todo esta temporada. Muy pocos descansos para un jugador que en el tramo decisivo vivió uno de los peores momentos de su carrera y que la próxima temporada tendrá competencia.
El posible regreso de Neymar no afecta a su demarcación natural, pero si a un estilo de juego y rol que asumió desde su salida en verano de 2017 y con el que se ha sentido, desde entonces, muy a gusto. Con el brasileño en la banda izquierda, el protagonismo del lateral, hoy por hoy el mejor asistente de Messi, quedaba supeditado a tareas defensivas y algunas tímidas incursiones en ataque.
Una foto de Jordi Alba y Leo Messi durante el Barça - Liverpool / EFE
Una situación que amenaza con repetirse si se confirma la vuelta del carioca. Alba quiere a los mejores en su equipo, pero a nadie se le olvida que tras su salida, el propio futbolista valoró muy positivamente su nuevo rol ofensivo en el equipo. Lo hizo en octubre de 2017 y fue claro: "Estoy encantado con nuestra plantilla. Ahora tengo más carril para subir y, para mí, sinceramente, es mucho mejor". Desde entonces, la situación no ha cambiado. Ha sido un lateral-extremo continuo en un 4-3-3 del que ha sido el cuarto atacante indiscutible. Neymar es la principal amenaza de Dembelé y un descartado Malcom, pero también de Alba.