Moussa Wagué quiere ser recompensado por su esfuerzo y trabajo. Aún quedan varios meses para que vuelva a la capital catalana y se enfunde de nuevo la elástica azulgrana, pero sus aspiraciones son claras. En mente solo tiene una idea: el primer equipo.
El senegalés disputará este verano la Copa África con su selección, una de las favoritas al título, pero no olvida su futuro en el Barça donde espera dar el salto definitivo al primer equipo tras su primera temporada en el filial. Lo confesó en una entrevista antes de poner rumbo al torneo africano: "Me dijeron que si me esforzaba tendría mi recompensa y no voy a dejar pasar esta oportunidad". Una idea que no ha cambiado y que también gusta en el club catalán.
La posible salida de Nelson Semedo este verano permitiría al carrilero conseguir una plaza en el primer equipo. Un refuerzo económico y de proyección en el que la entidad azulgrana tiene puestas muchas esperanzas. De hecho, se espera que sea el lateral del futuro que asuma el vacío que dejó Dani Alves desde su marcha y que ni Semedo ni Sergi Roberto han conseguido igualar.
Sus aspiraciones están claras y así lo comunicó a la afición culé en una carta abierta publicada en la web del club: "Cuando vuelva en agosto, quiero entrenar y jugar siempre con este grupo. Lucharé hasta lograrlo. Me quedan la Copa de África y la gira de pretemporada para que me vean, si todo sale bien".
Buenas sensaciones
En el mismo escrito, el lateral repasó a su primera temporada en el club catalán: "Mi primer año en el Barça no ha sido tranquilo. Tuve que esperar tres meses para obtener mi permiso de trabajo, luego me lesioné en el abductor. Y también me expulsaron por empujar a un aficionado que se burló de mí y me lanzó insultos racistas mientras perdíamos con el Barça B. Pedí perdón pero creo que este tipo de gente no tiene nada que hacer en las gradas".
Wagué sacando un balón ante Lobodka / FC Barcelona
Un inicio difícil que mejoró con el paso de los meses. Se hizo un hueco en el once de García Pimienta en el filial y apenas seis meses después ya reclama un sitio en el Camp Nou, aunque de momento, sea en el banquillo. "Yo no dudo nunca. Confío en mí. Dios está conmigo, y mi familia también. Me siento invencible y llegaré hasta donde quiero llegar".
La buena sintonía
Asimismo, confesó que la buena sintonía del vestuario le permitió adaptarse rápidamente. "Los chistes de Piqué y Suárez" le permitieron "liberar algo de la presión" que sentía. "Me di cuenta de que eran normales. Bueno, casi. Con Messi nunca he tenido esta sensación. No me atrevo a ir mucho con él de momento. Y si él supiera que yo tenía su camiseta cuando era pequeño... ¿Tal vez algún día me dé una suya, una auténtica?", bromeó.
Además, también hizo hincapié en el estilo, tan cuestionado últimamente, con el que aseguró sentirse identificado: "Es un club aparte, con una filosofía propia. Antes de jugar, el entrenador me dice siempre: 'Tienes que defender atacando'. En otros lugares, los entrenadores están acostumbrados a decirte: 'Ataca cuando puedas, y vuelve atrás rápido'". Su progreso es una evidencia que se tiene en cuenta en la dirección deportiva y que espera que acabe en premio la próxima temporada tras haber debutado ya con el primer equipo.