Matthijs De Ligt es prioridad, pero no será fácil. El central holandés es una de las apuestas firmes del FC Barcelona para reforzar la zaga la próxima temporada, pero no hay nada claro entorno a su futuro. El jugador no esclarece la situación públicamente y pese a los guiños que ha mandado al club catalán durante toda la temporada, el acuerdo está todavía lejos de producirse, al menos, de forma oficial.
Motivos económicos, motivos deportivos y sobre todo, motivos personales. Su precio está fijado en unos 70 millones de euros, pero la ficha preocupa al central. Asimismo, el protagonismo en el terreno de juego es una cuestión que le genera muchas dudas. Con Piqué en la zaga como central diestro a un nivel espléndido, De Ligt no quiere ser suplente de nadie, y en otros destinos, como el Liverpool, la Juventus, el PSG o el Manchester United le prometen la titularidad inmediata.
Diferencias que se pueden pulir, pero que no acaban con el calvario del club catalán. El verdadero problema que más agonía generará en las oficinas del Camo Nou y entorno al barcelonismo tiene nombre y apellidos: Mino Raiola. El representante del holandés es un hueso duro de roer, con malas experiencias en negociaciones con la entidad azulgrana, y es el principal obstáculo del club catalán para cerrar su fichaje cuanto antes. Sus elevadas exigencias económicas en sus comisiones, inalcanzables para el Barça, suponen un punto de inflexión en las negociaciones.
La esperanza frustrada
Raiola ha picoteado en todas partes escuchando ofertas, a cuál más elevada, para aumentar la cotización de su jugador. El Barça hizo el esfuerzo y mantuvo la puja, pero un repentino acontecimiento ilusionó a la secretaría técnica. El mediático agente fue sancionado por la FIFA, a efectos globales, durante tres meses el pasado mayo. Impedido legalmente para ejercer sus funciones como representante y fuera de escena, el Barça se apresuró a contactar con el zaguero. Una jugada que no surtió efecto.
Una foto de Mino Raiola al teléfono / EFE
Todo apunta a que De Ligt esperará a que su socio cumpla la sanción de 90 días. Un castigo del que ya habría cumplido un mes y por el que terminaría el plazo a principios de agosto. Concretamente el 9 de agosto, ya que la sanción se oficializo el 10 de mayo. Mucho tiempo para alargar un fichaje que se consiera prioritario y que el tiempo puede hacer dudar. Tal y como también destacó Josep Maria Minguella en el programa El Club de la Mitjanit, todo parece estar cerrado, "pero el representante italiano no quiere ceder a nadie la negociación".
Apuesta peligrosa
Desde el club, la discrección es absoluta. Algunas fuentes apuntan que está todo apuntalado, pero sin firmar. Nadie olvida el 'caso Griezmann' y su repentino no. Lo que en un principio se acogió como una oportunidad, podría convertirse en un inconveniente. Esperar hasta agosto para cerrar uno de los desembolsos más importantes de la entidad es un riesgo. Asimismo, sin esclarecer su futuro los rivales del club catalán tienen tiempo para exponer proyectos deportivos y tentar al central.
El Barça espera que cumpla su deseo de jugar junto a Frenkie De Jong en otro fichaje de futuro. Central para una década con o sin Mino Raiola.