La afición culé no sabe como justificar las derrotas de Liverpool y de Sevilla. El Barça firmó una debacle en Anfield (4-0) despidiéndose de la Champions League por la puerta de atrás. Cuando parecía que el equipo tenía otro reto al que agarrarse e ilusionar a la afición, cayó contra el Valencia en Copa del Rey.
El conjunto de Ernesto Valverde no aprendió la lección de Liverpool. El equipo se mostró desubicado en tierras inglesas y no consiguió dar un paso adelante. Lejos de ir a buscar el gol, el entrenador apostó por un 4-4-2 que no incomodó lo más mínimo la portería de Allisson Becker.
Roberto y Lenglet lamentando un gol del Valencia / EFE
Este sábado el sistema fue muy parecido. Sobre el papel era un 4-3-3 con Messi, Coutinho y Sergi Roberto en punta. El de Reus no es un extremo puro y no generó mucho peligro en la primera parte. En la segunda parte salió Malcom que encaró y fue el mejor argumento ofensivo de los blaugranas pero logró la igualada.
La falta de ambición pasa factura
El Valencia pasó por encima del Barça en ganas y ambición, algo que les faltó a los culés. Al equipo y a la afición ya no le motivaba el título y molestaba más que ayudaba. Solo hay que ver como salió uno y otro. Futbolísticamente, los culés son superiores a los valencianos, pero la motivación juega un papel fundamental en los partidos.
El discurso de Leo Messi en la previa tampoco ayudó. El capitán se mostró cabizbajo en la rueda de prensa. Un líder lo tiene que ser en las buenas y en las malas pero el 10 no pudo levantar los ánimos de sus compañeros ni de la afición, que era minoría en el Benito Villamarín.
Leo Messi tras el pitido final del partido / EFE
Tema aparte es Luis Suárez, que decidió operarse y despedirse del Barça de lo que quedaba de temporada. El delantero priorizó la selección uruguaya y la Copa América a la final copera. Y su baja se notó notablemente. El equipo no tenía una referencia ofensiva que ocupó Piqué, Rakitic y Vidal sin éxito.
Faltos de ritmo
Los jugadores llagaron a la cita bajos de moral y de forma física. Hace varias jornadas que eran campeones de la Liga y los jugadores acusaron esa falta de ambición. Desconectaron y eso se pagó caro tanto en Liverpool como en Sevilla.
El equipo ya no es un conjunto de jóvenes. La gran mayoría ya han madurado y se necesita jóvenes ilusionantes que den energía. Piqué (32), Alba (30), Busquets (30), Rakitic (30) o Messi (31) ya no lo pueden jugar absolutamente todo. Poco a poco se debería ir viendo un relevo generacional.
Alba, Piqué, Vidal y Messi celebrando el gol culé / EFE
Este envejecimiento y falta de forma llegaron el peor momento de la temporada. Jugadores que lo han hecho muy bien este curso mostraron serias dudas en los partidos clave como Lenglet, Alba, Roberto o Jasper Cillessen. El equipo esta de vacaciones pero el club no se relaja. Toca afrontar un período de reflexión y de cambios.