El Barça está en crisis. El Liverpool confirmó las dudas en el juego azulgrana y la debacle de Anfield dejó a muchos señalados que ya estaban en el punto de mira, pero si la crueldad de Europa y la esperanza de la Copa se antojaban como la excusa y la salvación de muchos, les ha acabado enterrando.
La realidad es difícil de asumir, pero es la verdad a la que debe enfrentarse el club si no quiere verse la próxima temporada contra las cuerdas y con las vitrinas vacías. El Barça le tiene cogida la medida a la Liga, pero los rivales también han aprendido a soportar el estilo y el guión que impone el Barça. Y en ese planteamiento en el que el conjunto catalán se siente tan a gusto, basado en la calma, el toque y la posesión esteril, el Valencia supo sacar el mayor rendimiento.
Dos contraataques, dos goles y a correr a contrareloj. El estilo del Barça permite a jugadores que rozan o superan la 30 mantenerse como intocables, pero esa comodidad del estilo no se aplica a rivales que muerden, corren y presionan. Un hecho que ha condenado a los azulgranas en Europa cuatro años consecutivos y que también le acaba de destronar de la Copa.
Revolución obligada
No es una norma estableicida ni se cumple a la perfección, pero llama especialmente la atención. La media del once de gala de Valverde es de 28 años y medio. De los once intocables, siete superan la treintena. Una cifra aterradora que invita a la reflexión y a iniciar un proceso de rejuvenecimiento de la plantilla urgente.
Tampoco ha beneficiado al equipo la complacencia que le regala el campeonato doméstico. Dos meses a siete puntos del segundo, a once del tercero, para finalmente acabar campeones de Liga a cuatro jornadas antes del final y con más de diez puntos respecto al principal perseguidor.
Los jugadores de Valencia y Barça escuchando el himno / EFE
Una comodidad que pese a tener otras obligaciones en Champions y Copa ha permitido una relajación colectiva preocupante. No se ha competido en los últimos encuentros, se ha dado paso a las rotaciones --aparentemente beneficiosas-- y se ha perdido la concentración y exigencia individual. El Barça se plantó en Anfield confiado y en el Benito Villamarín ya estaban de vacaciones.
La limpieza es obligatoria. Con gesto de agradecimiento, pero con la carta de despido o con nuevas condiciones. Menos minutos, más dosificados y sobre todo, menos egos para entender cuándo y cómo deben ser sustituidos los jugadores. El rendimiento, por encima del nombre.
Ambición y piernas
El Barça necesita nuevas caras, nuevas ilusiones y piernas nuevas que lleguen donde no llegan ahora las actuales. Gerard Piqué y Leo Messi son la excpeción, pero el último mes de Jordi Alba también le ha dejado señalado. Busquets y Rakitic han firmado su peor temporada de azulgrana y Luis Suárez cierra el círculo de jugadores obligados a salir u obligados a dejar paso a las nuevas generaciones.
La edad es un factor a tener en cuenta por mucho que les avale la experiencia. Por el bien del colectivo, que en este deporte, va por delante del individual. Y algunos no lo entienden.