El próximo sábado el FC Barcelona tendrá la oportunidad de poner el broche de oro a la temporada. Sin tener el prestigio ni desprender la ilusión de la Champions League ni la Liga, levantar la Copa del Rey sería una magnífica forma de cerrar un curso que, se quiera o no, quedará empañado por la debacle de Anfield.
Enfrente estará el Valencia, un equipo que tras muchos años penando por las competiciones nacionales e internacionales ha vuelto a la élite del fútbol español de la mano de Marcelino García Toral. El trabajo del asturiano en Mestalla ha sido magnífico: ha quedado entre los cuatro primeros de la tabla en sus dos primeras campañas y en esta última ha llevado a los chés hasta semifinales de la Europa League y la final de Copa del Rey.
El sábado, los valencianos tendrán la oportunidad de levantar su primer título en once años. Su último trofeo fue, precisamente, la Copa del Rey en 2008. Nombre por nombre, el FC Barcelona es superior, pero el Valencia tiene dos buenos espejos en los que mirarse para tratar de batir a los azulgrana: Liverpool y Eibar.
El repaso de Anfield
El equipo de Jürgen Klopp pasó por encima de los catalanes durante los 180 minutos de eliminatoria. En el encuentro del Camp Nou apostó por un ritmo vertiginoso y con muchas idas y venidas que ahogó a un equipo que tradicionalmente domina los partidos a través de la posesión. Los reds eran los que decidían a qué se jugaba y qué sucedía en el duelo. Hasta que apareció Leo Messi.
Jordi Alba lamenta el tercer gol del Liverpool / EFE
En Anfield, el FC Barcelona repitió alineación, quizás engañado por el duelo de la ida, y el Liverpool pasó por encima de los de Valverde como si de una apisonadora se tratara. Se repitieron los esquemas del primer partido: ritmo tremendamente alto y ninguno de los dos equipos tenía el control del balón. El del partido caía en las manos de Jürgen Klopp.
Los reds pusieron una marcha más en la segunda mitad, aún con 1-0 en el marcador, y el Barça no pudo hacer nada para detener el vendaval. Presión muy elevada, líneas adelantadas y los azulgrana, totalmente acorralados. La presión provocó el segundo gol y el agobio y el miedo a repetir lo de Roma, el tercero y el cuarto.
Ipurúa, sin tensión
Una semana y media después, el Eibar demostró que se puede hacer daño al FC Barcelona sin precisar del presupuesto y el poder económico del Liverpool. Los de Mendilibiar plantaron mucha cara aunque sus referencias ofensivas no fueran Shaqiri, Origi y Mané sino De Blasis, Sergi Enrich y Cucurella. A falta del dinero y de los futbolistas, los armeros copiaron el planteamiento.
Presión muy elevada, líneas adelantadas y ritmo vertiginoso. E hicieron mucho daño a los azulgrana que, a decir verdad, estaban pensando más en la mencionada final de Copa del Rey. Impusieron su dominio durante los 90 minutos, crearon más ocasiones y solo Messi, con dos tantos, impidió que Ipurúa viera una victoria de los suyos frente al FC Barcelona.
De Blasis celebra el tanto logrado ante el FC Barcelona / EFE
El Valencia tiene la lección bien aprendida. Si quiere ganar la Copa, debe ahogar al equipo catalán y hacer que no se sienta cómodo con el esférico. Aunque si algo han enseñado los precedentes de Liverpool y Eibar es que, por muy mal que esté el conjunto azulgrana y por muy superior que sea el otro equipo, si aparece Leo Messi no hay (casi) nada que hacer.