El barcelonismo está, si se permite la expresión, de luto. Nuevo ridículo histórico tan solo un año después de lo ocurrido en Roma. La segunda parte que nunca ocurriría, pero que por garra y pasión han escrito los jugadores del Liverpool. Un mazazo con precedentes que nadie entiende y que del que todos, absolutamente todos, quedan señalados.
Desde el once hasta los suplentes y sin olvidar el cuerpo técnico, se vieron superados por un Liverpool que creyó desde el minuto uno y que a falta de cinco para el pitido final lo había conseguido. Cuatro goles, tres de ellos regalos de Navidad, que vuelven a acabar con el sueño de la Champions para el Barça.
Una hecatombe histórica que deja sin palabras a todo el barcelonismo y que abre la puerta a muchas cuestiones. Lejos de analizar y tomar decisiones en caliente, como ha indicado Josep Maria Bartomeu, Leo no ha cumplido con su palabra.
"Esa copa tan linda" no acabará en Barcelona
No es el culpable, pero como primer capitán también queda señalado y más especialmente tras un partido tan discreto como el que firmó en Anfield. Leo prometió la orejona a su afición en su primer discurso como capitán y hasta este martes no había faltado a su palabra. Ha jugado los encuentros europeos a otro ritmo, otra intensidad y con otra ambición para poder ser quien alzara la Copa en el cielo de Madrid, pero desconectó en el paso final.
Leo Messi, abatido tras una noche agónica en Liverpool / EFE
Fue el héroe del Barça en el Camp Nou en un partido en el que el Liverpool mereció más. Marcó dos tantos y cedió otros a Dembelé, Suárez y Vidal que hoy recuerda todo el barcelonismo pero que ninguno supo transformar. Pero en uno de los escenarios más difíciles del panorama mundial, Leo fue de más a menos.
No pudo solo
Tuvo el tanto del empate en sus botas en varias ocasiones, pero Alisson volvió a negarle el gol --como el año pasado en Roma-- y la ocasión más clara decidió recortar en vez de definir. Demasiada compasión para un equipo que fue superior en todas las facetas y, sobre todo, en la más importante; las ganas.
Valverde apostó por el mismo once y el mismo planteamiento. Messi y Suárez se quedaron arriba, pero nadie consiguió que el argentino tuviera situaciones de ventaja. Ni se le llevó el balón a zonas de peligro, ni se le aseguró la efectividad defensiva que había tenido el equipo hasta la fecha. Todo salió como nadie esperaba y, desafortunadamente, los culés volvimos a ver el rostro de un Messi abatido, atónito y sin capacidad de reacción.
Una foto de Leo Messi atónito durante el Liverpool - Barça / EFE
No es el único culpable. De hecho, es quien menos se le debe reprochar. Máximo goleador de la competición y siempre el salvador del equipo hoy no pudo aparecer. El fútbol es un deporte de equipo y a Leo le faltaron sus mejores socios en la noche más importante de la temporada. Messi cumplió su promesa y acabó con ella a falta de 90 minutos para la final. Hicieron todo lo posible durante muchos meses, menos en Anfield.