En la debacle del FC Barcelona en Anfield hay ciertos jugadores que destacaron más que otros. Para mal, claro, porque ninguno estuvo bien. En la lista de señalados por el desastre sobresale el nombre de Jordi Alba. El de l'Hospitalet estaba realizando una temporada intachable y falló en el peor momento.
La noche horribilis del catalán empezó bien pronto. En el minuto 7 convirtió en peligroso un desplazamiento en largo inocente de Virgil van Dijk. Tuvo todo el tiempo del mundo para pensar si debía controlar o debía despejar, pero en lugar de eso, echó el balón hacia atrás para regalárselo a un adversario.
Divock Origi celebra el cuarto gol del Liverpool ante el FC Barcelona / EFE
Shaqiri, con la cabeza más fría que Alba, regateó a Gerard Piqué y disparó a portería. Su remate lo desvió Ter Stegen, pero el rechace cayó en los pies de Divock Origi, que convirtió a placer. En menos de diez minutos, el Liverpool ya había conseguido lo que quería: meterle el miedo en el cuerpo al FC Barcelona. Y todo gracias al de l'Hospitalet.
La nefasta actuación de Jordi Alba en Anfield no acabó ahí. Cuando la primera parte estaba a punto de terminar, tuvo la oportunidad enmendar su error después de que Leo Messi lo dejara solo ante Alisson. El lateral llegó muy justo y solo pudo rozar el balón, y el brasileño desvió su intento de remate.
Segundo error
Nueve minutos después de que empezara la segunda mitad, el balón quedó dividido en el lado izquierdo de la defensa del FC Barcelona tras un mal pase de Ivan Rakitic. Lucharon por él el catalán y Alexander-Arnold. Bueno, luchar, luchar, solo el inglés. El de l'Hospitalet estuvo ahí, pero ni siquiera puso el pie.
El lateral del Liverpool tomó ventaja y tuvo todo el tiempo del mundo para pensar qué hacer. Centró de maravilla y Wijnaldum, que llegó como un tiro desde atrás, batió a Ter Stegen. Los dos goles que le dieron vida al conjunto de Jürgen Klopp fueron propiciados por errores infantiles de Jordi Alba.
Jordi Alba en el partido ante el Liverpool / EFE
Su mal partido no se redujo solo a los fallos atrás, sino que también erró, y mucho, con el balón en los pies. Cada decisión que tomó fue para equivocarse y perdió una infinidad de balones que privaron al Barça de cualquier continuidad posible. Evidentemente no fue el único culpable de que los azulgrana cayeran en Anfield, pero sí uno de los que más destacó.
Como sucede con el resto del equipo, su temporada hasta el momento había sido maravillosa, pero la huella que deja este 4-0 no será fácil de borrar. Y la sombra de los dos primeros goles perseguirá durante mucho tiempo a Jordi Alba.