Ya no vale la pena dudar sobre si es mejor que el FC Barcelona conserve su estilo o gane la Champions League, porque se ha quedado sin ambas cosas. El ridículo estrepitoso que perpetró el conjunto azulgrana sobre el césped de Anfield marcará un antes y un después en la historia del club. O debería hacerlo, y más tras producirse solo un año más tarde de la debacle de Roma.
El equipo catalán llegó a Liverpool con un marcador muy favorable tras el 3-0 del partido de ida. Retrocedamos hasta ese encuentro un momento. Ahí los de Jürgen Klopp ya fueron superiores. Impusieron el ritmo que quisieron y el Barça solo pudo amoldarse. Valverde señaló que fue debido a la presión tan elevada. Quizás tuvo algo que ver que alineara a un centro del campo con Rakitic, Vidal y Busquets que tiene de todo menos habilidad para aguantar el balón.
Una foto de Leo Messi atónito durante el Liverpool - Barça / EFE
El FC Barcelona fue inferior, pero el gol de Luis Suárez en la primera mitad y los dos milagros de Leo Messi en la segunda taparon el pobre juego del conjunto azulgrana. Porque los catalanes jugaron mal, pero ante un 3-0 había poco que rechistar. Y los que lo hacían, se topaban con el argumento de que es mejor no hacer un gran partido y ganar, que dominar el encuentro y perder. Quizás razón no les faltaba.
No sirve de nada
Ese razonamiento ya no sirve de nada solo seis días después. Valverde alineó en Anfield a los mismos once que en el partido de ida, aunque en Barcelona el Liverpool fuera superior. Parecía no importar, pues si el equipo catalán logró vencer el pasado miércoles, ¿por qué no iba a hacerlo este martes?
En la primera mitad los catalanes salieron dormidos, quizás intimidados por la presión que ejercía la afición red. En el desconcierto reinó Arturo Vidal, el único con la intensidad necesaria. Ningún pero al chileno, aunque para un equipo como el FC Barcelona, con un jugador como Leo Messi delante, que el mejor sea un futbolista de ese perfil no es la mejor noticia. Pero hasta la media parte, funcionó, gracias también a que, casualmente, los catalanes tuvieron más el balón que el Liverpool.
Una foto de Luis Suárez durante el Liverpool - Barça / EFE
En la segunda se produjo la debacle, y ahí ni Arturo Vidal se salvó. El Barça salió a esperar, como en el primer cuarto de hora de cada una de las tres partes disputadas hasta entonces en la eliminatoria. Y ahí los de Jürgen Klopp no perdonaron. Tuvieron el esférico y los errores de Jordi Alba primero, Clément Lenglet y Piqué después, y de todo el equipo en un córner, le costaron muy caros al FC Barcelona.
Y esos errores puntuales en medio de un partido horroroso, condenaron al club catalán a despedirse de la Champions de forma humillante por segunda temporada consecutiva. En Roma renunció al balón, y cayó. Ante el Liverpool volvió a renunciar al esférico, y volvió a caer. Y es que quizás, quién sabe, solo quizás, el FC Barcelona necesita su estilo para poder ganar la Champions League.