La primera parte de la final anticipada no decepcionó. Barça y Liverpool, los dos mejores equipos de Europa actualmente con el permiso del Ajax, cumplieron con las expectativas de espectáculo y euforia en un partido trepidante que los azulgranas, con mucho sufrimiento, se llevaron con un contundente 3-0.
Un resultado muy favorable para la vuelta en Anfield, pero que no refleja lo que se vio en el verde. Ni fue un recital de fútbol, ni tampoco un dominio absoluto, pero con Messi en el campo todo es posible y el Barça visitará tierras británcias con una ventaja considerable que no invita al exceso de confianza visto lo que ocurrió en Roma la temporada pasada. Un tanto de Suárez, que acabó con su sequía europea, y dos goles de Messi ponen al Baça como favorito para la final del Wanda Metropolitano.
Locura de principio... a fin
A dos mil revoluciones desde el pitido inicial hasta el el minuto 48 de la primera parte y hasta el 95. Se prometía un partido exigente, físico y rígido y ni Barça ni Liverpool decepcionaron en el Camp Nou. Un partido de esos que deja sin aliento a los jugadores y también a los aficionados. Constantes golpes y contraataques de dos conjuntos que se turnaron el buen juego.
El Barça saltó al verde con las ideas claras, pero por primera vez se examinó ante un equipo del mismo nivel que el conjunto catalán y con un estilo de juego inexistente en la Liga española. Choque, físico y sobre todo muchísima velocidad. El Liverpool llegó sin complejos al templo azulgrana --con permiso de Klopp-- y se hizo con la posesión del esférico. Unos primeros veinte minutos que se jugaron casi en su totalidad en terreno azulgrana, muy cerca del área de Ter Stegen y que puso en vilo al barcelonismo con una empanada mental preocupante en los primeros instantes.
Despejes cortos, mal efectuados que dieron vida a un Liverpool que no supo sacar provecho de los errores locales.
La lesión de Keita, marcó el partido
Y cuando mejor estaba el Liverpool, que solo dio alas al Barça a través de contraataque, Keita cayó lesionado. Primer contratiempo para Klopp en el minuto 24 por el que recurrió al capitán Henderson, pero el parón en el juego y la ausencia del guineano se notó en la medular. El Liverpool perdió potencia física y posesión y los azulgranas empezaron a echar el vuelo.
Luis Suárez celebra su gol ante el Liverpool / EFE
Y tan solo dos minutos más tarde, los hombres de Ernesto Valverde encontraron el gol cuando más lo necesitaba el equipo. Centro de Jordi Alba al área pequeña que remató Luis Suárez desde el suelo para batir a un Alisson que quiso achicar espacios pero no puedo precedir la dirección del esférico. Un gol que abrió la lata y que el uruguayo celebró sin compasión ante su exequipo.
¡Qué portento físico!
El Barça se vació en una primera parte en la que no hubo tregua y si se precedía una segunda más calmada --dado el intensísimo ritmo de los primeros 48 minutos-- el Liverpool no aflojó. Mantuvo el guión, buscó al Barça cerca de su áera sin especular y los azulgranas volvieron a sufrir. Todos apretaban al unísono, bajo las órdenes y el planteamiento de Klopp, y el Barça tuvo que recurrir a un fútbol menos vistos y más práctico para alejar el peligro de su área.
Sin la posesión habitual con la que se habían paseado por Europa hasta ahora, Ter Stegen tuvo que emplearse a fondo en distintas ocasiones. Dos de Salah --que fue una verdadera pesadilla para Alba y Lenglet al igual que su homólogo en la banda contraria, Mané, con Sergi Roberto y Piqué-- y otra de Milner que no colocó un esférico que ya celebraba la afición inglesa.
Valverde reaccionó y cambió el dibujo. 4-4-2 y velocidad para combatir las internadas del 10 red. Sentó a Coutinho, que fue de más a menos pero dejó muy buenos detalles técnicos, y dio entrada a Semedo para ubicar a Sergi Roberto en la medular.
Oxígeno en vena
El Barça perdió la identidad durante muchos minutos. Sin rumbo, ni ideas y sin encontrar pases claros con una presión asfixiante que relució el físico de los británicos. Pero la Champions también es eso, aguantar y resolver, y cuando el Liverpool tenía todo de cara para empatar el encuentro apareció el dios del fútbol en su templo para poner el 2-0 en el marcador. Arrancó, Suárez que no supo definir el pase de Roberto y resolvió Messi sin oposición a falta de 15 minutos para el final.
El gol de Messi genera la locura colectiva con los jugadores del Barça / EFE
Respiró el Camp Nou, Valverde y los jugadores y Messi mandó un mensaje claro: basta de silbidos y más aplausos si se trata de algún jugador que lleve la elástica azulgrana. El resultado dejó atónitos a los ingleses. Klopp recurrió a Firmino, muy tarde, pero Fabinho cometió un error imperdonable. Regaló un tiro libre a Leo Messi que, literalmente, limpió las telearañas de la escuadra derecha de Alisson desde más de 30 metros en el 82.
Messi quiere esta Champions
Todos acabaron exhaustos, pero con la final casi a tocar, el Barça quiso sentenciar. Suárez tuvo el cuarto que falló a la contra y Dembelé falló lo imperdonable. Remató mordido un tanto que hubiera supuesto un resultado tan aplastante como inverosímil. Salah tuvo el gol del orgullo en su bota derecha pero lo mandó al palo. El Barça sonríe, de momento, con un resutlado muy favorable pero no definitivo ante un Liverpool que mereció más, pero que no supo, ni pudo --con ocasiones claras--superar a una defensa que cuando falló tuvo a Ter Stegen.
Resultado a parte, lo que nos espera en Anfield, visto lo visto, no está escrito.