Por segunda vez en la misma semana, el Atlético de Madrid superó a su rival en el Wanda Metropolitano y aplazó el alirón del FC Barcelona. Si el miércoles vencía al Valencia sin pena ni gloria (3-2), este sábado ganó al Real Valladolid con más apuros de lo previsto (1-0) y obligó a los azulgrana a imponerse al Levante si quieren levantar el título.
El conjunto rojiblanco demostró de nuevo que mientras tenga opciones, por ínfimas que sean, no tirará la toalla. Los de Simeone superaron al cuadro vallisoletano con más oficio que juego y con más ímpetu que talento. Los de Sergio Gónzalez fueron superiores, pero Oblak y la mala fortuna impidieron que se llevaran algún punto del Wanda Metropolitano.
Salvador Oblak
Por enésima vez esta temporada, Jan Oblak fue el mejor del equipo colchonero sobre el terreno de juego. El esloveno fue el gran culpable de que el Real Valladolid no venciera en el feudo rojiblanco. Los vallisoletanos, necesitados de puntos para certificar la permanencia, tiraron más veces a puerta (4) de lo que lo hizo el Atlético de Madrid (1).
Saúl Ñíguez derriba a Sergi Guardiola durante el Atlético de Madrid Valladolid / EFE
La primera intervención del guardameta atlético llegó bien pronto, en el 8'. Sergi Guardiola, que fue futbolista del FC Barcelona durante unas horas, soltó un zurdazo desde la frontal teledirigido a la escuadra derecha de la portería de Oblak. El esloveno, con una gran estirada, evitó que los de Simeone tuvieran que remar a contracorriente.
El aviso del delantero vallisoletano sirvió para que los rojiblancos despertaran. Se adueñaron de la posesión del balón, aunque no encontraron la forma de crear ocasiones. Con el dominio colchonero el encuentro cogió un ritmo lento y tedioso que solo pudo romper Melero López cuando indicó el camino hacia el túnel de vestuarios.
La fortuna sonrió al Atlético
Tras la reanudación, el Atlético de Madrid imprimió algo más de velocidad al juego, aunque seguía sin encontrar espacios en la defensa vallisoletana. Por muy favorable que pareciera la acción, siempre aparecía un pucelano para desbaratarla. Hasta que en el 66' la fortuna sonrió al Atlético de Madrid. Saúl Ñíguez penetró por la banda izquierda, llegó hasta línea de fondo y su centro lo desvió el central albivioleta Joaquín, con tan mala suerte que introdujo el esférico en la portería de Jordi Masip.
Los futbolistas del Atlético de Madrid celebran el tanto contra el Valladolid / EFE
Viéndose por delante en el marcador los de Simeone se limitaron a esperar al rival, una decisión que habrá sido errónea de no haber sido por Jan Oblak. El esloveno, como ya hiciera en la primera mitad, evitó que el zurdazo de Óscar Plano se colara en la escuadra. Los vallisoletanos siguieron dominando pero no encontraron la forma de romper la siempre ordenada defensa del Atlético de Madrid. Reclamaron penalti en el 88', pero Melero López, tras consultarlo con el VAR, ratificó su decisión de no pitarlo.
Sin brillo y sin dominio, pero el Atlético de Madrid logró la victoria, lo único que verdaderamente importa en este tramo final de temporada. Ahora el FC Barcelona deberá vencer al Levante si no quiere aplazar más la consecución del título de Liga y así poder centrar todos los esfuerzos en la Champions League.