La Champions League sigue siendo despiadada. Raro es el año en que a estas alturas de campeonato, la melodía celestial del torneo europeo no se termina cobrando una víctima mortal de impacto mundial. El recuerdo más cercano es la tremenda debacle que sufrió el Barça hace un año en Roma. Una de tantas.
El Manchester City partía este año como favorito al título para las casas de apuestas y se quedó fuera en un partido agónico (4-3), donde los de Pep Guardiola fueron muy superiores pero pagaron caros los errores en defensa y la implantación de la tecnología, que anuló un gol de Sterling, el que suponía su hat-trick particular, a los tres minutos del tiempo de prolongación.
Pese a la victoria en casa, el marcador final reflejó un empate a cuatro tantos que, debido al valor de los tres goles de los Spurs en el Etihad Stadium, decantó el pase a semifinales para los de Mauricio Pochettino. Y lo lograron gracias a un polémico gol de Fernando Llorente.
El VAR más decisivo
El tanto del delantero español fue revisado por un VAR mucho más intervencionista que en la Liga por posible mano, pero el veredicto del colegiado turco Çakir fue favorable al Tottenham. En cambio, tras revisar el gol final de Sterling, el árbitro comprobó que existía fuera de juego y frustró lo que habría sido una victoria absolutamente épica de los citizens.
Pep Guardiola en la banda durante el duelo entre Manchester City y Tottenham Hotspur / EFE
No es el único grande que ha caído en la ronda de cuartos de final. El matagigantes Ajax de Amsterdam se llevó por delante a la Juventus de Cristiano Ronaldo en Turín, protagonizando la gran sorpresa de las eliminatorias.
Los De Ligt, De Jong, Tadic, Neres y compañía arrollaron en la segunda mitad a la Juve casi tanto como lo hicieron en octavos de final contra el Real Madrid para convertirse, sin lugar a dudas, en la auténtica revelación del torneo más prestigioso de Europa.
Ajax-Tottenham, la gran sorpresa
Esta sucesión de noticias entre dramáticas y esperanzadoras para el fútbol plasma un escenario atípico e imprevisible en que en contra de todo pronóstico se verá una final anticipada en semifinales. El Liverpool, que cayó el año pasado en la final ante el Real Madrid, se verá las caras con el FC Barcelona en una eliminatoria que, a priori, tiene mucho más nivel que el Ajax-Tottenham.
El Ajax celebrando el título en el césped contra la Juventus / EFE
Sin desmerecer el tremendo mérito de dos conjuntos, ajacied y spurs, que han logrado ir salvando obstáculos contra pronóstico desde la fase de grupos y que se jugarán una plaza en la gran final, el Barça-Liverpool es la eliminatoria en mayúsculas. Y no solo por el gran nivel de Messi o por el regreso de Coutinho y Luis Suárez a Anfield, sino por el buen momento de los reds.
El problema del Liverpool
Los de Klopp aplastaron al Oporto en cuartos de final (1-4 en Do Dragao y 6-1 en el global de la eliminatoria) y están cuajando una temporada casi perfecta, metidos de lleno en la lucha por la Premier contra el City de Guardiola. Lo más peligroso de ellos es que sus tres armas ofensivas, Salah, Mané y Firmino, llegan en perfecto estado de forma y los tres marcaron en Portugal.
Una foto de los jugadores del Liverpool celebrando el tanto de Mané ante el Porto / EFE
El problema del Liverpool es que se le junta un calendario durísimo. Con el City fuera de la Premier, se le complicará competir por el torneo inglés y rendir al máximo también contra el Barça, que ya tiene la Liga sentenciada. Los reds tendrán que sacar fuerzas de flaqueza si quieren cerrar una temporada histórica pero juegan con fuego: se pueden quedar sin los dos títulos.