El pragmatismo de Valverde acabó con la maldición de Old Trafford. El Barça venció, encarriló la eliminatoria contra el Manchester United y convenció por su solidez como equipo. Pero se quedó lejos de evocar a los sueños del teatro inglés, como lo hizo el Barça de Guardiola en aquellas memorables finales de 2009 y 2011.
De aquel conjunto mágico quedan todavía tres jugadores –Gerard Piqué, Sergio Busquets y Leo Messi– y algunas pinceladas de un juego que entonces era celestial y ahora se va tornando, cada vez más, en terrenal.
Los azulgranas son muy superiores al Manchester United y así lo demostraron. Los red devils tan solo intimidaron por la superioridad física, que se notó más, si cabe, gracias al empuje de una grada poderosa en la que se colaron 1.700 culés.
Piqué, MVP
Sin embargo, la realidad más cruda confirma que los de Solskjaer no lanzaron ni un solo disparo entre los tres palos. Marc-André ter Stegen no tuvo que intervenir ni una sola vez a lanzamientos del rival.
Piqué saluda cariñosamente a Solskjaer, el heredero de Mourinho en el banquillo del United / EFE
El portero alemán, en cambio, fue protagonista por los balones que recibió de sus propios compañeros para volver a darles salida. Ter Stegen pasó muchas veces la pelota en largo, en contra de lo que es habitual.
Es cierto que el Barça no estuvo fino en algunos momentos. Se perdieron muchos balones tontamente, faltó fluidez en el juego y claramente el equipo se sostuvo por la defensa. Los de Valverde fueron mejores en la faceta defensiva que en la ofensiva, normalmente su especialidad. Y Piqué fue el mejor del partido y se llevó el MVP.
Todo por la Champions
Pero esto no responde tan solo al estilo que imprime el Txingurri. Responde a una reflexión de vestuario en que todos ahí dentro tienen claro que este año lo importante es ganar. Aunque sea priorizando la solidez defensiva al fútbol alegre, vistoso y preciosista que siempre ha caracterizado al Barça de Messi.
La obsesión es evitar otra Roma. La meta pasa por no volver a caer en cuartos de la Champions. El deseo es levantar otra vez, al fin, la orejuda.