El Barça ganó en Old Trafford por primera vez en su historia. Un triunfo épico y sufrido en el que el sacrificio colectivo azulgrana, el rigor defensivo y unas evidentes carencias futbolísticas del United irrefutables. Leo Messi acaparó todos los focos de atención del choque, pero el argentino, que dejó diversas jugadas de gran calidad en el uno contra a uno, se vio notablemente mermado --y no es para menos-- tras el manotazo que le propinó Smalling en el minuto 30 del encuentro.
Una falta no señalada por el colegiado Gianluca Rocchi y en la que tampoco intervino el VAR cuando, revisadas las imágenes, es una acción que podría considerarse punible con tarjeta roja. Valoraciones arbitrales aparte, Smalling atendió a los medios de comunicación en la rueda de prensa previa al encuentro.
Cuestionado por cubrir a Messi espetó: "Cuando juegas contra los mejores del mundo hay que estar preparado. Tengo ganas de jugar contra él". Unas ganas que hicieron que el central estuviera revolucionado durante gran parte del encuentro y que derivarán en una agresión, fortuita, pero agresión al capitán azulgrana.
Similitudes
Mientras Leo esperaba el balón de espaldas, el central apareció como un tren descarrilado para llevarse el esférico y la nariz del rosarino. Primero con el hombre y posteriormente con un manotazo no intencionado. O sí. El movimiento del futbolista inglés, tal y como se aprecia en las imágenes, es totalmente natural, pero recuerda a otros episodios pasados que también fueron sin maldad y acabaron con peores finales.
Entre los centrales con peor medición de Europa destaca Sergio Ramos. Muchos el apodan el "carnicero" después de su despiadada entrada de judo a Mo Salah en la final de la Champions League de la temporada pasada. Lesionó al delantero egipcio cuando mejor estaban los reds y frustró a la estrella de Klopp de proseguir en el partido.
Una foto de Sergio Ramos en la jugada que lesionó a Salah en la final de la Champions League de la temporada pasada / EFE
Una idea que Smalling, seguramente no comparte con Ramos, pero que casi se cumple. Leo tuvo que ser atendido en la banda y regresó al terreno de juego todavía con restos de sangre en el rostro. El golpe le mantuvo ausente durante más de cinco minutos y aunque quiso reponerse, su influencia en el juego no fue la misma.
Tuvo para todos
Lejos de aflojar las revoluciones, el británico tuvo para todos. Se despachó a gusto y, lo más curioso, tardó 87 minutos en ser amonestado. En la enésima falta al rival, Rocchi decidió apercibir a un jugador que podrá jugar la vuelta en el Camp Nou. Con Luis Suárez, su marca personal de este miércoles, también se las tuvo de todos los colores.
Su último choque fue el que conllevó la tarjeta amarilla que, el propio jugador, consideró públicamente ser la menos justa tras finalizar el encuentro: "Fue una buena batalla, mi tarjeta amarilla sobre Luis Suárez...de entre todas las acciones, pensé que era la más suave". Un duelo constante, pero que no fue el único.
Las redes se hicieron eco de su actuación que, en la capital catalana, debería ser más comedida.