Como si no estuviera. Así se podrían resumir los 90 minutos de Antoine Griezmann en el Camp Nou en el partido más importante de la temporada --para ambos conjuntos-- que acabó del lado azulgrana con los tantos de Luis Suárez y Leo Messi. Un partido que vale una liga para el Barça y que, paralelamente, aclara el futuro de un jugador que en las últimas semanas se ha vuelto a considerar como una alternativa para la delantera azulgrana el próximo mercado de verano.  

Bien es cierto que el sistema del Cholo Simeone no beneficia a ningún delantero con algo más de clase, pero Griezmann ni supo, ni quiso hacer año en un escenario que era perfecto para reivindicarse. Enfadar a la parroquia azulgrana con goles y jugadas y, a su vez, convencerla que es merecedor de un perdón popular y de un sitio en el vestuario azulgrana. 

Acongojado

Guerra de titanes en la que de nuevo volvió a vencer Leo Messi, como líder del conjunto catalán, y que deja muy tocado a un Atlético de Madrid a 11 puntos y a un Griezmann que se arrepiente día tras día de haber declinado la oferta del Barça la temporada pasada. 

Antoine Griezmann intenta detener una cabalgada de Leo Messi / EFE

Antoine Griezmann intenta detener una cabalgada de Leo Messi / EFE

Sí, es líder en la capital, ¿pero a qué coste deportivo? Otro año de vacío y con la posibilidad de recalar en un club con un proyecto deportivo prometedor cerrada. Griezmann se eclipsó ante más de 92.000 aficionados que silbaron cada una de las jugadas en las que intervino. 

La primera en el minuto tres, algo tarde, y que se prolongaron toda la primera parte. De hecho, su partido fue tan discreto y anónimo que hasta la afición culé se cansó de silbar al francés. Tan solo una sonorada pitada de despedida en el 92 recordó que Griezmann seguía en el terreno de juego. Porque por su incidencia en el juego nadie articuló palabra. 

¿Estrategia?

La expulsión de Diego Costa --merecida ante esas osadas formas de tratar al colegiado y que deberían castigarse siempre-- condicionó el partido. El galo quedó muy solo en una delantera sin pegada, pese a que el Cholo quiso ayudarle con Correa y posteriormente Morata, pero ni así. 

Algunos justifican su apatía ante lo que se vio en el verde por la posibilidad de llegar al Barça, pero hoy por hoy tiene contrato con el Atlético de Madrid, y se le olvidó defender ese escudo. Apenas dos disparos a puerta y una opción desactivada para sus compañeros. 

Una foto de Antoine Griezmann durante un partido con el Atlético de Madrid / Twitter

Una foto de Antoine Griezmann durante un partido con el Atlético de Madrid / Twitter

Deportivamente también disipó dudas. Le faltan socios de su nivel --que le esperaban en el Camp Nou-- pero Grizz no es un nueve puro. Y eso es lo que verdaderamente necesita el Barça. Un nueve que marque goles como Suárez y sea una pesadilla constante para las defensas. Griezmann sería otro Coutinho --que mostró signos de mejora-- frustrado por la imposibilidad de moverse a su libre albedrío con la presencia de Messi. 

La afición no le quiere. La grada de animación le insultó echándole del Camp Nou --otro acto deleznable-- y con fútbol tampoco ganó enteros para reivindicarse. Se apagó como debería apagarse la segunda parte de su culebrón con el Barça.