"Campeones". Así celebró el Camp Nou el gol de Leo Messi --el segundo de la noche tras el primero de Suárez un minuto antes-- para premiar a un equipo que volvió a demostrar que sí quiere esta Liga y que va directo a por la Champions. La victoria tardó en llegar, pero la paciencia tuvo recompensa en dos jugadas puntuales que ponen nombre y apellido a este campeonato a falta de siete jornadas.
Un disparo potente y colocado del uruguayo en el 85 y una genialidad de Messi en el 87 --tras dejar sentados a tres rivales y Oblak-- acaban con las esperanzas de un Atlético de Madrid que fue fiel a su estilo, pero que vio cómo con la expulsión de Diego Costa le costó luchar por la Liga.
A cerrar la liga
El Barça salió consciente de lo que significaba una victoria: matar la liga a principios de abril se antojaba como el plato más suculento para cerrar la semana con la Champions a la vuelta de la esquina. Con Messi enchufadísimo desde el primer minuto, azulgranas dieron paso al juego horizontal obligados por la previsible propuesta del Cholo Simeone. El argentino no sorprendió: 4-4-2 para salir a la contra ante un Barça que debía tener mucha paciencia para elaborar el juego.
La seguridad defensiva regresó con la presencia de Gerard Piqué en el verde. Una tranquilidad que dio alas al equipo para proyectarse en ataque con el capitán en la sala de máquinas y esta vez, sorprendentemente, acompañado de un Philippe Coutinho que brilló con luz propia.
El brasileño no se escondió y por fin empezaron a salirle las cosas. No tuvo premio de cara a portería, pero el Camp Nou le reconoció el esfuerzo. Pocas pérdidas, mucho descaro y fútbol. Dio exactamente lo que se le pide. Con Ter Stegen bajo palos como un espectador más --junto a los 92.453 que acudieron al estadio para apoyar al equipo-- tuvo la primera Jordi Alba. La conexión lateral capitán se revirtió y el de L'Hospitalet mandó al palo un balón que ya cantaba la culerada. Primera ocasión clara, que precedió a un disparo de Coutinho que detuvo Oblak --tras una jugada de ensueño-- y una posterior pérdida rojiblanca de la que Suárez no supo sacar provecho.
La jugada
Con el Atleti cerrado atrás y con muy poca presencia en campo azulgrana, el carácter de Diego Costa sentenció el planteamiento del Cholo. Él solito se mandó a la calle tras protestar airosamente y rozando la provocación una decisión de Gil Manzano. Roja directa en el 28 para dejar a su equipo con 10 ante un Barça que fue un constante monólogo, pero que no transformó las ocasiones.
Una foto de Diego Costa reclamando a Gil Manzano una falta / EFE
Y si hasta entonces el Atlético había demostrado muy pocas ganas de poner en apuros al Barça por esta liga --apenas dos tímidos disparos de Thomas y Griezmann-- con uno menos pareció que el empate era un resultado favorable. Oblak fue quien escenificó ese sensación con más ahinco. Sin prisas, ni apuros por jugar el balón y por momentos parecía que, seguir a ocho puntos, era un plan al que atenerse. Jugaron con el tiempo y con un plan que a cinco del final Suárez y Messi se encargaron de pulverizar.
Con el 0-0 en el luminoso se llegó al descanso. Los cambios de Simeone daban a entender una voluntad ofensiva total --primero Correa por Arias y más tarde en el segundo tiempo Morata entró por Filipe-- consciente de que cualquier posibilidad de ganar la Liga pasaba por el Camp Nou, pero el sometimiento de la posesión del Barça y la calma de los rojiblancos invitaban a un planteamiento opuesto.
La balanza cayó de lado azulgrana
El empate no cerraba el campeonato doméstico y Valverde demostró, una vez más, que tiene la valentía suficiente para ser quien proponga cómo se desarrolla el partido. Movió ficha y recurrió al comodín que siempre cumple: Malcom. El brasileño entró por Arthur para dar velocidad al juego y el partido se puso bonito. Con la sensación de que el gol azulgrana estaba por llegar, pero nadie se decidía a meterlo. Oblak frustró todos los intentos de los locales y a esa efectividad bajo palos se agarró el Atlético que esperó a estar contrarreloj para poner una marcha más. El fútbol no entiende de justicia y con el empate aún quedaban esperanzas para los madrileños.
Una foto de Luis Suárez en el césped celebrando su gol ante el Atlético de Madrid / EFE
Con el público ya cansado de silbar a Griezmann, a quien vigilaron durante todo el encuentro para acompañarle en cada contacto con el balón, el Atlético tuvo el gol a balón parado que Giménez mandó fuera. Y con el susto en el cuerpo todavía, apareció Suárez para abrir mandar al fondo de la red un disparo seco y raso imposible para Oblak.
Afinó la puntería para dejar la Liga en el Camp Nou --tras haber fallado varias ocasiones claras-- y levantar a un estadio que sueña cada vez más con el triplete. Messi no quiso ser menos y sentenció en el 87 con una jugada mágica que dejó por los suelos a una defensa rojiblanca que se vino abajo con el tanto del charrúa.
El Barça volvió a marcar rozando el final del encuentro y demostró que los partidos duran hasta que suena el pitido final. Este equipo tiene garra, casta y suficientes recursos para no ponerse límites. Misión cumplida en vísperas de Champions League y de qué manera.