Antoine Griezmann es el culebrón sin fin del Barça. Un fichaje frustrado por la insistencia y el nuevo proyecto del Cholo Simeone que, siete meses después, han desencantado al actual campeón del mundo. Su arrepentimiento es tan cierto como tan probable es que continúe en el Atlético de Madrid la próxima temporada.
Una postura en la que Enrique Cerezo, presidente del club rojiblanco, se aventuró asegurar este lunes de forma tajante. Griezmann decidió quedarse, a sueldo de estrella, para ser el líder y la extensión del Cholo Simeone en el terreno de juego. Brilló, intermitentemente, en la Copa del Mundo el pasado verano en Rusia, pero a sus 27 años, el francés necesita un club que le garantice títulos y no el amor de una hinchada que, en ocasiones, le ha reprochado decisiones y actitudes.
Las tomas de contacto entre el entorno del jugador y el Barça han existido, pero desde el club aseguran que no tirarán la casa por la ventana para traer a un jugador simplemente porque fue objeto de deseo en el pasado. La directiva escuchará atentamente a las necesidades de Ernesto Valverde, a las opiniones de la secretaría técnica y analizará también las oportunidades de mercado. Tres variantes en las que el ariete podría salir perjudicado.
Una historia que podría repetirse
No cabe duda de que Griezmann es un gran jugador, pero como otras grandes estrellas y talentos, jugar en el Barça no está hecho para todos. La historia de fichajes e incorporaciones azulgrana ha dejado en la estacada a más de un jugador por descubrir y otros tantos consagrados.
El estilo de juego del Barça no favorece a Griezmann, acostumbrado a vivir en los espacios de las defensas y a liderar los contraataques de un equipo que basa su juego en defender. Tampoco juega a su favor la filosofía de Deschamps en la selección francesa, con un juego muy similar al que se desarrolla en el Wanda Metropolitano y al que con socios como Álvaro Morata o Diego Costa, Griezmann ha podido hacerse fuerte.
Leo Messi pelea un balón con Griezmann / EFE
Griezmann deportivamente podría convertirse en un André Gomes, salvando las distancias técnicas, o incluso en un Philippe Coutinho. Dos jugadores que en sus anteriores equipos, Valencia y Liverpool respectivamente, brillaban con espacios y metros para correr, algo que se contrapone al juego posicional y asociativo del Barça.
¿Tiene sitio?
Acostumbrado a retrasar su posición mientras otros fijan a los centrales, el francés heredaría los problemas que vive hoy en día Coutinho. A ambos les gusta moverse por la zona izquierda del campo y caer al centro, pero con Leo Messi como jugador con total libertad de movimientos, en una zona donde se acumulan centrocampistas y defensas, Griezmann solo podría ser extremo o falso nueve.
Una apuesta deportiva que genera muchas dudas. Además, tampoco es un goleador nato. En esta temporada lleva 12 goles en el campeonato liguero, mientras que el Barça necesita un delantero centro que cumpla con las funciones que ejerce hoy por hoy Luis Suárez.
Una foto de Antoine Griezmann en un partido con el Atlético de Madrid / EFE
La apuesta más interesante es Luca Jovic, pero Griezmann gusta. Esa es la única baza verdadera que juega en favor del francés. Ni tiene cabida real, ni el precio acompaña. Por no hablar de los recelos que despierta en una directiva y afición que en algunos sectores se sienten todavía traicionados.