La lesión de Arthur Melo cayó como un jarro de agua fría en el barcelonismo, pero el Barça ha logrado sobrevivir a su ausencia durante un mes. Ha superado, con creces, todos los obstáculos para estar en la final de Copa del Rey y para eliminar a otro competidor de la liga, para hacerla un trofeo cosa de dos. En marzo.
Dos visitas consecutivas al Santiago Bernabéu que solo tienen un denominador común: la victoria, porque con mejor o peor fútbol, los hombres de Ernesto Valverde han salido airosos y reforzados de la capital. En la primera ocasión la victoria se fraguó con más oficio que fútbol y en la segunda con más fútbol que sufrimiento. Y le pese a quien le pese en el vestuario, todo es consecuencia de un jugador: Arthur.
Más posesión, más ADN
El Madrid las tuvo de todos los colores en Copa para poner en aprietos a un Barça que tuvo que emplearse a fondo para mantener la portería a cero. Se sumó a la eficacia defensiva el mal acierto ofensivo de los blancos, pero no es casualidad que esa misma pegada e intensidad del miércoles, fuera casi inexistente en Liga el sábado.
Arthur volvió al once inicial tras reaparecer, de forma testimonial en Copa, y el Barça recuperó ese fútbol colorea este deporte. Lema del club y una verdad como templo visto lo visto. Con un Piqué imperial, ni Vinicius , ni Benzema ni Bale tuvieron ocasiones claras, y la posesión volvió a ser el arma predilecta de los catalanes, pese a que el marcador fue mucho más corto.
Arthur disputa un balón con Luka Modric / EFE
El carioca le cambió la cara al juego del Barça y a los jugadores del Madrid. Incapaces de trenzar jugadas para acercarse a la portería de Ter Stegen. Tan solo el juego vertical acercó a los hombres de Solari al área azulgrana y tampoco surtió efecto la presión elevada para forzar errores en la salida del balón. Existieron, pero nunca con peligro.
Estabilidad
Al Barça no le quemó el esférico ni cuando el Madrid apretaba con más fuerza y eso se debe a que a Arthur no el arde el balón en las botas. Es un Xavi Hernández en potencia, a quien es extremadamente difícil arrebatarle un balón. Lo cubre, lo esconde y ahora también elige cómo y cuándo jugar. Impone su ritmo y entiende el juego cada vez mejor. El Barça agradeció tremendamente su regreso a la titularidad y el Madrid volvió a acomplejarse. La superioridad no se plasmó en el marcador, pero fue una evidencia irrefutable.
Arturo Vidal, en un lance del partido contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán / EFE
Arturo Vidal lo tiene muy difícil. El brasileño está de vuelta y al chileno solo le quedarán los minutos residuales para amarrar el marcador. Su lucha y garra no tiene cabida en el juego de creación azulgrana y deberá asumir ese rol al que le ha condenado el brasileño. El Barça es uno con Arthur y otro sin él. Y la diferencia es abismal.
Valverde ya no tiene que elegir a un jugador, sino elegir cuando sustituirlo.