Victoria por la mínima y poco más. El Barça superó al Valladolid este sábado en el Camp Nou con un solitario gol de Leo Messi desde los once metros tras un penalti cometido sobre Gerard Piqué. Un marcador muy reducido que valió tres puntos para mantener el liderato intacto y la distancia ante sus perseguidores, pero que deja varias lecturas a un barcelonismo que abandonó el estadio, en líneas generales, preocupado.
Las ocasiones generadas por los hombres de Ernesto Valverde fueron innumerables, especialmente en la segunda parte con la entrada de Suárez y Coutinho al terreno de juego, pero pese a dominar el partido, todos los que ofrecieron su opinión en público coincidieron en una premisa: "No hemos estado bien". Lo reconoció Valverde en rueda de prensa, Gerard Piqué a pie de campo y Carles Aleñá en zona mixta.
Las dudas
La alineación propuesta por el Txingurri fue una declaración de intenciones de cara al martes. La cita con la Champions League es una prioridad y por ello reconoció que algunos jugadores como Suárez, Coutinho o Rakitic tuvieron descanso. Esos mismos fueron los que cambiaron el ritmo del partido cuando entraron al campo. Liderado por Leo Messi que también se conectó con u entrada, ninguno estuvo en plenas facultades.
La falta de acierto va y viene, pero vistos los últimos veinte minutos de encuentro si el Valladolid hubiera tenido más artillería ofensiva y carácter hubiera complicado el partido a los azulgranas. Empezando por Messi, que erró un penalti ante su excompañero Masip, el argentino falló distintos disparos. De esos que Leo nunca falla.
Una foto de Messi durante el partido ante el Valladolid / EFE
También erró Coutinho en la última jugada del partido con un balón al limbo, pero poco se le puede recriminar. Estuvo activo, aunque le faltó tiempo. Suárez fue el más señalado. Hasta él mismo se desesperó tras errar varios mano a mano con el canterano azulgrana. Una falta de puntería que no es la mayor preocupación de Valverde, pero que deberá quedarse en el Camp Nou antes de viajar a Francia.
Sin fluidez ni velocidad
El Barça jugó a medio gas. La mente, como reconoció Aleñá, estaba en tierras francesas y el Valladolid no supo castigar esa falta de concentración. El marcador nunca peligro en exceso, pero las sensaciones de control absoluto y fluidez en el juego no fueron buenas.
En la medular, Arturo Vidal y Carles Aleñá, perdieron excesivos balones. Malos controles, pases demasiados arriesgados o imposibles ante el marcaje de los pucelanos que originaron contrataques que los blanquivioletas nunca supieron aprovechar. Tampoco hubo fluidez en el juego, demasiado estático en el que no se quisieron asumir excesivos riesgos pensando en el martes. Un juego posicional descarado que facilitó al Valladolid el repliegue defensivo.
Tan solo Dembelé, que tampoco brilló en exceso, tuvo un par de arrancadas entre líneas que acabaron en nada por la falta de acierto en la decisión final del francés.
Una versión del Barça que no convence para afrontar los octavos de final de la competición europea y que solo puede tener, para la esperanza de la culerada, una explicación: se reservaron para activar el modo Champions el martes.