Philippe Coutinho no vive su mejor momento como futbolista. Desde que llegó al Camp Nou, la temporada pasada, ha sido una de las esperanza del barcelonismo para encontrar, en un mismo jugador, a un sustituto de Neymar y Andrés Iniesta, pero hasta la fecha no ha sido ni uno ni otro.
Tras lesionarse ante el Inter de Milán en noviembre, el brasileño no ha vuelto a ser el mismo y solo en la Copa del Rey consiguió dar señales de vida en sus botas. Se apagó ante el Real Madrid en las semifinales tras varios encuentros muy intermitentes en Liga. Una situación de la que el barcelonismo no es ajeno y que, a diferencia de otras ocasiones recientes, ha optado por mostrar su caras más amable al carioca.
Ovacionado
Ernesto Valverde le mandó calentar y a falta de 20 minutos para el partido final dio entrada al 7. Una entrada de leyenda. Mientras Aleñá caminaba rumbo al banquillo, la grada de animación se arrancó para corear su nombre y el estadio se sumó a esos cánticos.
Una foto de Philippe Coutinho en un entrenamiento del Barça / FCB
Unos cánticos que dieron aliento e inspiración a un Coutinho que no sale del punto de mira mediático. Cuajó un buen partido, al ritmo lento y atascado del equipo, pero su entrada en el verde como revulsivo junto a Luis Suárez se notó. De su jugada trenzada con el uruguayo nació el segundo penalti para el Barça que posteriormente erró Messi.
Lo intentó, como siempre, pero sin más fortuna que el resto. El único reproche su disparo antes del pitido final que mandó al limbo. Una acción que no pudo ser peor, pese a intentar escorarse hacia la derecha como a él le gusta. Su suplencia puede ser la declaración de intenciones de Valverde para el martes ante el Olympique de Lyon. Coutinho debe volver y todos le esperan. El carioca puede estar tranquilo, pero tampoco debe relajarse.