Kevin-Prince Boateng vive un sueño: ser jugador del Barça. Lo dijo en su presentación como jugador azulgrana y lo volvió a repetir tras debutar en Liga frente al Valladolid en el Camp Nou este sábado: "Ha sido un día muy especial para mí, porque esto es un sueño".
Un sueño hecho realidad que empezó como quería, pero acabó de forma muy distinta. El ghanés volvió a vestirse de corto por segunda vez desde que es jugador azulgrana. Ernesto Valverde recurrió al ariete para cumplir con las rotaciones obligatorias antes de medirse al Olympique de Lyon el martes en la ida de los octavos de final de la Champions League y, muy a su pesar, suspendió.
Carencias evidentes
Dejando de lado su nivel futbolístico para ser el sustituto de Luis Suárez o simplemente jugador azulgrana, Boateng dispuso de 60 minutos –los mismos que en su debut frente al Sevilla– para presentarse ante su público. Si en el Sánchez Pizjuán dejó muy buenas sensaciones pese a la falta de conocimiento del juego del Barça, en feudo azulgrana naufragó. El tridente de ataque, con el ghanés, Dembelé y Messi al frente no estuvo inspirado, pero tampoco encontró a la habitual referencia que ofrece el uruguayo.
Una foto de Prince Boateng durante el partido ante el Valladolid /FCB
Las comparaciones son odiosas, pero también la diferencia entre un delantero y otro. El primer disparo a puerta del Barça, en el 20 de la primera parte, salió de las botas de Boateng tras un pase de Messi que vio su desmarque, pero ahí empezó y finalizó su aportación ofensiva de la noche. Fijo a los centrales y dio profundidad al equipo, pero tuvo muy poca participación en el juego de ataque, su tarea principal.
Sacrificado
Fue solidario en la presión y en la recuperación, pero no fue suficiente para justificar su presencia en el once inicial. Jugó de espaldas todo el encuentro, como boya del equipo, pero no pudo retener todos los balones. Tampoco tuvo especial presencia en las bandas con desmarques de ruptura.
Asimismo, cuando pudo enmendar su discreto partido, erró un mano a mano con Jordi Masip –que mantuvo vivo al Valladolid durante 94 minutos– en un gol que el Camp Nou ya cantaba. Quiso regatear al canterano azulgrana y acabó haciéndose un lío. La falta de recursos fue evidente en el que hubiera significado el tanto para cerrar el encuentro.
Una noche que empeoró al llegar a casa. Unos ladrones entraron en su domicilio y saquearon la vivienda. Se llevaron joyas, relojes y dinero en efectivo. Un montante que alcanza los 300.000 euros.