El Barça cumplió con el trámite ante el Valladolid. Tres puntos con los que duerme líder –a nueve del Real Madrid– y que meten presión al conjunto de Santiago Solari para su choque contra el Girona. La distancia, en caso de victoria blanca, se mantendrá y los azulgranas esperan el favor del Girona.
Un solitario gol de Leo, que no falló a su cita, aunque esta vez desde los once metros, dejó los tres puntos en la Ciudad Condal en un partido que sembró muchas dudas para algunos y las disipó para otros sobre las prioridades del equipo. Si se juega así no se gana la Champions.
Un tanto que pudo repetir con el segundo penalti señalado a Coutinho, en el que Masip volvió a adivinarle el lado, pero con mayor fortuna, le detuvo el disparo. El Valladolid se presentó casi con el partido perdido. Esperó en campo propio en busca del contraataque, pero que apenas tuvo efecto ante una defensa en la que de nuevo, volvió a sobresalir Gerard Piqué.
Los hombres de Sergio Soriano apenas dispusieron de ocasiones. Ter Stegen fue un espectador más de las 67.400 personas que fueron al estadio y mientras tanto el Barça se paseó en busca del gol, sin mucha ímpetu ni intensidad.
A medio gas
Sumaron tres puntos, pero pese a tener las piernas en el Camp Nou la mente de la mayoría ya estaba en tierras francesas, pensando en el enfrentamiento del martes de Champions League. Poca intensidad, mínimos riesgos y un Valladolid que fue demasiado conformista y que desde el minuto uno le valió con el empate.
Los minutos pasaban y la poca presencia en la portería de Jordi Masip, que regresó a la que fue su casa durante tres temporadas en el primer equipo, no desanimó a un público que no dejó de cantar. Boateng acusó la falta de ritmo y conocimiento del juego azulgrana, pero suyo fue el único disparo a puerta de toda la primera parte.
Una foto de Messi durante el partido ante el Valladolid / EFE
Dembelé, que no tuvo descanso para coger ritmo de cara al partido del martes, tampoco estuvo fino. Desbordó en varias ocasiones, pero volvió a errar en la toma de decisiones, mientras Messi, se paseó por el campo. Puso una marcha más cuando recibió balón, pero estuvo más impreciso de lo habitual. Eso sí, cuando se le requirió, no falló: convirtió el penalti cometido sobre Piqué en el 43 para poner por delante a los azulgrana.
De menos a más
Con el marcador, pero sin el partido sentenciado, el Barça mantuvo el guión. Volcado en ataque, pero sin velocidad se topó constantemente con un Jordi Masip que se erigió imperial para evitar una goleada que pudo ser por ocasiones, aunque no por la sensación de peligro que desprendió el juego azulgrana.
Una foto de Prince Boateng durante el partido contra el Valladolid / EFE
Valverde cumplió con las rotaciones, pero no quiso dar descanso completo. Una declaración de intenciones de cara al martes. Aleñá y Prince, que tuvo una clara ante Masip y falló, dieron entrada a Suárez y Coutinho volvieron a formar tridente junto a Leo. Cambió claramente el juego del Barça. Mayor velocidad y presencia ofensiva, pero tanto al uruguayo como al carioca se les contagió la falta de precisión de sus compañeros.
Las ocasiones llegaron bajo el comando del capitán que sí encontró a sus socios habituales, pero no era el día. Ni tan solo para Messi. El 7 azulgrana regateó en el área para acabar en el suelo en otro penalti tonto y claro, pero no engañó a Masip por segunda vez. Las protestas de los visitantes hicieron mella en Leo que erró la pena máxima desde los once metros. Bueno, o Masip lo paró, en una muestra más de su calidad. El canterano azulgrana, este sábado como pucelano, detuvo todo lo que estuvo en sus manos.
Falta de acierto
Con un juego muy espeso y falto de ideas, el Barça generó ocasiones, especialmente en el tramo final del encuentro para cerrar un marcador más amplio, que habría acabado en goleada, pero la Champions, quedó claro, es la prioridad. O al menos ese debe ser el consuelo que le quede a los culés después de ver el partido que firmó su equipo. Todos se guardaron esfuerzos, incluso el incansable Jordi Alba, de cara al martes.
Una apuesta arriesgada, dado el marcador tan corto que se sostenía en el luminoso, pero que el barcelonismo espera que surta efecto. Si no, no se explica.