El Barça naufragó en el Sánchez Pizjuán. No dio una mala imagen, pese a las rotaciones de Ernesto Valverde, pero le faltó pegada ofensiva, una de las bases del juego azulgrana que empieza por la posesión y concluye en la portería rival. Los azulgranas, por eso, se quedaron a medio camino.
El control del esférico fue completo, pero no el del partido. Tras 90 minutos de encuentro obtuvieron un 60% de posesión, pero las sensaciones en el verde fueron distintas. El Sevilla supo hacerse fuerte sin balón y generar mucho peligro a la contra y en jugadas de transición rápida. Sin especular y en la busca constante de un resultado óptimo para la vuelta en el Camp Nou. El final ya se sabe: 2 a 0. Un resultado que obliga ejecutar otra remontada para seguir vivos en la Copa del Rey.
La entrada de Suárez y Coutinho tras el primer tanto sevillista dio mayor presencia en el área rival, pero fueron incapaces de recortar distancias en el luminoso tal y como ocurrió frente al Levante.
Potencial ofensivo
La estrategia de Pablo Machín surtió efecto. Consistencia defensiva y despliegue en ataque por las bandas. Las estadísticas así lo reflejan: los andaluces tuvieron nueve ocasiones de gol frente a seis del Barça, de las cuáles solo cuatro fueron claras, especialmente la de Malcom en el primer tiempo. Unas cifras que coinciden en los disparos entre los tres palos: cuatro del Sevilla frente a uno del Barça.
Piqué y Sergi Roberto sufren en defensa contra el Sevilla / EFE
Asimismo, los dos goles fueron errores clamorosos. El primer tanto de Sarabia dejó el área azulgrana desprotegida. Piqué acudió al corte y la línea defensiva le acompañó dejando al madrileño solo en el segundo palo para rematar a bocajarro. Un error similar al que se vivió en el segundo gol, aunque con mayor pasividad. El centro de Promes pasó a escasos centímetros de Piqué y Lenglet que ignorando la presencia de Ben Yedder en el área habilitaron al francés.
Dos ocasiones que pudieron ser más y que dejan en evidencia la falta de contundencia defensiva del Barça, así como la pegada ofensiva sin Messi. 40 partidos después el Barça se quedó sin marcar. Messi en casa, Suárez con poco tiempo, Coutinho –que tuvo una clara– estuvo falto de puntería, Malcom erró en lo más sencillo y los centrocampistas no probaron desde la media distancia.