Coutinho no está cumpliendo con las expectativas. No al menos hasta ahora. El fichaje más caro de la historia del Barça es, casi un año después de su fichaje, una sombra del líder que mostró al mundo en el Liverpool. Pero, ¿por qué? Bien es cierto que el estilo de juego azulgrana es distinto, pero fueron sus cualidades técnicas las que le posicionaron como un fichaje seguro, de adaptación casi inmediata y de garantías.
En su primer año tuvo que ver la Champions desde la grada y alternar junto a Andrés Iniesta la posición de interior, inicialmente para la que fue incorporado a la disciplina azulgrana tras conocer la decisión del manchego de abandonar el club a finales de 2017. Un año después, y tras sembrar muchas dudas en esa demarcación dadas sus carencias defensivas, el brasileño continúa sin encontrar su mejor versión. Y lo que es más preocupante, su posición ideal en el terreno de juego.
Coutinho, frágil en ambos perfiles
Valverde le apuntó en la lista de centrocampistas para su nuevo esquema de juego. Con un 4-3-3, Coutinho heredó la banda izquierda de Iniesta, pero con Dembelé en el verde el equipo hacía aguas defensivamente. Con el Mosquito relegado al banquillo, pasó a formar parte del tridente ofensivo junto a Luis Suárez y Leo Messi, pero los goles que enamoraron al Camp Nou en sus primeros seis meses de azulgrana no han llegado con tanta frecuencia esta temporada.
Philippe Coutinho chuta de volea frente al Leganés / EFE
Su posición ideal es mediapunta, generador de juego y asistente, un jugador libre que puede alternar las bandas y el centro, pero ese rol ya está asignado a Leo Messi. Con el argentino a sus anchas, Coutinho debe ceñirse al resto del equipo para dar presencia ofensiva y soporte en defensa.
¿Problema sin solución?
Y ahí reside su problema. No es interior y tampoco extremo. No es Iniesta, y tampoco Neymar, sino un híbrido que todavía no ha encontrado su sitio. Tiene gol, regate y desborde en ataque, pero falta de velocidad y descaro para encarar a los laterales, algo que formaba parte del carácter futbolístico de Neymar.
Coutinho celebra un gol con la camiseta del Barça / EFE
Tiene visión de juego y toque, además de posesión, pero Iniesta era de otro planeta y cumplía con sus obligaciones defensivas, algo con lo que el brasileño sufre en exceso. A esa situación, dado el fútbol azulgrana, se suma su intermitencia continuada en los partidos. Aparece y desaparece. Deslumbra con la misma velocidad que se apaga.
El equipo necesita de su juego y de sus goles para afrontar una temporada larga y difícil y con las expectativas muy altas. El Camp Nou le silbó por primera vez frente al Villarreal tras varias semanas de margen. Un jugador de su talla no puede esconderse bajo la sombra de otros líderes y está obligado a dar un paso al frente para llevar el timón del equipo. Valverde por su parte ha encontrarle un sitio donde pueda rendir al máximo, urgentemente.